No lanza campanas al vuelo. Sabe que la Honda es una moto superior a la Yamaha. Asume que Stoner ha puesto a esa máquina triunfal a punto. Jorge Lorenzo afirma que el australiano es el favorito al título.
Él luchará por rebatir su propio pronóstico, basado en la realidad. Su victoria en Jerez, la cuarta de su vida, significó el premio a su trabajo. A su insistencia en progresar. Stoner es quien subraya esas virtudes del español. Luchando durante tres años junto a un enemigo interno, Rossi, solo le quedaban dos posturas: hundirse, como hicieron Hayden y Edwards cuando tuvieron a Valentino como colega, o rehacerse y forjarse un campeón contra todos los imponderables. El mallorquín es de los fuertes. El italiano le hizo más hombre.Mejor. Precisamente, por su maltrato psicológico. Se topó con un chaval que no era débil mentalmente.
Hoy, el balear es el piloto más completo. Su constancia y su sacrificio se han casado con la mesura que antaño le faltaba. En Jerez ganó por saber esperar, sin arriesgar, con una regularidad de campeón. La misma que exhibió Dani, con un brazo dormido. Los dos ofrecieron un espectáculo para el Rey y la Infanta Elena, que les consideran dos ejemplos deportivos. “Estoy muy orgulloso de vosotros”, les dijo Don Juan Carlos. España está orgullosa de ellos. Ya se dan la mano. El Rey lo forzó en 2008. Ahora, el campeón y el subcampeón del mundo chocan sus manos voluntariamente. Entre otras cosas, porque copan los podios. Rossi pagó su penitencia. Le echó una mano a su amigo Jorge, al derribar a Casey. Lo que es la vida.
deportes Tomás González-Martínel