Este es mi Jorge, que me lo habían cambiado. Vuelve a atacar. Y con ese carácter de siempre, ha retornado a la victoria. A ser el verdadero Lorenzo. Ya debió triunfar en Holanda y no tuvo suerte. Cuando Simoncelli le tiró en Assen, el 25 de junio, el italiano cortó una racha de veinticinco carreras consecutivas del español puntuando en MotoGP.
Esa continuidad reflejaba la asunción de la máxima experiencia en el mejor momento de su explosión deportiva. Jorge era y es un ganador nato que en el segundo segmento del Mundial 2010, el de su coronación en la cilindrada reina, tuvo que asumir que la Honda de Pedrosa comenzaba a ser mejor y debía saber ser segundo y tercero. Vaya si aprendió. Él, Giorgio, que ha perdido más de un gran premio por pelear siempre por vencer, como le pedía papá, supo nadar, sumar y guardar la ropa el año pasado. Y al comienzo de este. Ahora, ha tenido que llegar Stoner a HRC para que volvamos a ver al Lorenzo grandioso. Esta temporada, la Honda era superior y el mallorquín solamente llevaba un himno en su honor, en Jerez. Después ha soportado el envite del australiano haciendo buenas posiciones, mientras los mecánicos de Yamaha trabajaban para rehacer una moto campeona para el número uno.
En Assen ya había recibido una M1 competitiva. Con piezas de 2010, especialmente las de las frenadas, Jorge salió en la catedral del motociclismo dispuesto a triunfar. Marco destrozó su progresión. No hay que hundirse. Él nunca se hunde. En Mugello volvió a la carga. Es cuestión de carácter. de personalidad. El balear ya había dicho que, con Casey en el liderato del campeonato, tenía que volver al ataque para aspirar al título. La victoria de su compañero Spies en Holanda demostraba la evolución de Yamaha. Lorenzo se levantó del golpe de infortunio.
Es valiente. Tenaz. Y en Italia, en territorio comanche, en casa Rossi, derrotó a Stoner y se acercó a 19 puntos del oceánico. El hijo de Chicho ha vuelto. Lucha de nuevo por el título. Este es mi Jorge, que me lo habían cambiado. HRC tendrá que preocuparse. El título no está ganado. El número uno es mucho enemigo.
deportes Tomás González-Martínel