En 1998 estuvo a punto de perder la vida en el Gran Premio de Gran Bretaña, cuando su moto rodó por el peligroso descenso de Donington Park. Coqueteó con la muerte durante muchas horas. No le afectó en su rendimiento. No dejó de arriesgar. Las grandes escuderías nunca le dieron el liderazgo para triunfar con una moto ganadora. Fue el segundo piloto en Yamaha y en Ducati. Y se ganó siempre su sitio en el Mundial de MotoGP. Por su entrega. Por su sabiduría. Carlos Checa dejó el Mundial de Motociclismo en 2007 y saltó a las Superbikes. Tenía 35 años. Con 39 fue campeón del mundo. Y ahora, camino de los 40, es líder del campeonato 2012. “El Toro” es el mejor espejo para los chavales. No ha parado de jugarse la vida desde que era un niño. Hoy es mejor piloto que cuando competía en MotoGP. Su amor por la moto es admirable. Corre porque le gusta, no porque sea su profesión. En el estreno del Mundial de Superbikes 2012 vivió el grave accidente de Joan Lascorz en Imola. El joven de la Kawasaki número 17 se estrelló a 200 kilómetros por hora. Sufrió una desviación de la sexta vértebra cervical. “Jumbo” continúa hospitalizado en Barcelona, esperando el milagro de recuperar una mayor movilidad en sus miembros. Checa superó aquella terrible situación y ganó el gran premio italiano. Supo desmarcarse de la preocupación. Y dedicó su victoria a su compatriota. Ahora, desde Assen, donde se dispone a disputar la segunda carrera de la temporada, Checa manda ánimos a “Jumbo”. Para Joan, Carlos es un ejemplo de lo que es perseguir una ambición hasta conseguirla. “El Toro” aspira a adjudicarse el Gran Premio de Holanda frente a Biaggi mientras piensa en su compañero. “Él tiene otra carrera que ganar”. El veterano campeón español sabe desmarcarse de esos sentimientos para poder seguir corriendo y no pensar en el peligro que todos afrontan a 300 kilómetros por hora. Vive el mejor momento de su vida. Solo se retirará cuando los rivales se lo digan en la pista. Actualmente, Checa les dice muchas cosas a los jóvenes en el asfalto. Les apabulla. Su sacrificio es un espejo para los deportistas.
deportes Tomás González-Martínel