Tomás González-Martín el 07 abr, 2016 Valentino no saludó a Márquez en el asfalto de Termas del Río Hondo. Ni al revés. Distancia. Frialdad. Falta de civismo en este deporte tan competitivo. El circuito argentino vio la victoria de Marc en la segunda carrera de la temporada y Rossi, que se encontró con el segundo puesto gracias al choque entre las dos Ducati oficiales, no felicitó al ganador públicamente. El cava corrió en el podio y los dos se cruzaron sin chocar las botellas ni mojarse. El italiano no se habla con Márquez para justificar su agresivo choque en 2015, que echó al ilerdense de la pista y supuso la sanción del italiano para la última cita, Valencia, donde Lorenzo ganó el título en detrimento de Valentino. El enfrentamiento ha sido tan grande que Márquez abandonó ese año su contrato publicitario con la empresa de VR46. Rossi está enfadado de por vida con Márquez y con Lorenzo. Es su manera de alimentar su tensión. Buscarse enemigos. Cuando debería ser el pupilo de Alzamora quien no debería hablarse con Rossi por la salvaje acción del ítalo en aquella carrera asiática. Rossi aprovechó su desgaste de imagen para dar la vuelta a la tortilla y acusar al español de provocarle. La prensa ligada al italiano le hizo el trabajo. Y lo que fue una caída de Márquez, víctima del derribo inadmisible de Valentino, se convirtió en una provocación del catalán. Increíble, pero cierto. Ahora surgen papeles secretos en el motociclismo que son similares a los de Panamá. Se ha desvelado que Valentino sabía muy bien que Márquez era el piloto el futuro y vetó su fichaje por Yamaha en 2013, cuando el chaval ascendió a MotoGP. Tenía claro que Marc podía ganar el Mundial desde su debut, como así sucedió. Y no permitió que MM93 le robara el protagonismo, como ya se lo robó Lorenzo desde 2010. El italiano impidió que Márquez llegara a Yamaha, lo que habría supuesto el fichaje de Jorge por Honda, porque sabía que era el mayor genio del motociclismo actual. A Lorenzo le puede soportar, porque es un talento humano. Y no puede impedir que otro grande sea su compañero de equipo. A Marc no lo podía aceptar, porque tiene la genialidad que Rossi mostraba hace quince años. La que el viejo bambino de oro ya no posee. La que Márquez posee sin discusión. El piloto de Emilio Alzamora es un mago de la moto. Tiene don de moto. Tras ganar los títulos de 2013 y 2014, perdió el año pasado a manos de Jorge. Ahora, en 2o16, los dos, Marc y Jorge, suman un triunfo cada uno. Y Rossi los observa desde la barrera. Con envidia, porque esos malditos españoles han cercenado su trayectoria desde 2010. Lorenzo obtuvo la corona en 2010, 2012 y 2015. Marc, en el bienio 2013-2014. Stoner, que tampoco le caía bien, venció en 2011. Todos los que le vencen le caen mal. Es su problema. Otros temas Comentarios Tomás González-Martín el 07 abr, 2016