Valentino se ha quitado la careta. Ha expuesto por fin lo que todo el “paddock” sabía y solo él podía confirmar. No rinde con la Ducati porque las características de esta moto son totalmente incompatibles con su forma de pilotar. Rossi es un ganador que necesita una máquina que entre bien en curva para aprovechar sus manos de oro y su agresividad como piloto. Con esa técnica adelantó a Lorenzo en la mítica carrera de Montmeló, en 2009, con un interior de genio. Es el mejor ejemplo de su carrera. De sus virtudes. Esa calidad la ha utilizado siempre para colarse por los interiores y desplazar a rivales como Biaggi, Gibernau, Stoner y el propio Jorge. La Ducati le impide manejarse con esa facilidad. La máquina tiene problemas en el tren delantero y es demasiado rígida para el italiano. A VR46 le iba perfectamente la Yamaha, porque la creó él mismo a su imagen y semejanza. Ahora corre en una montura que le impide demostrar su valía. Hubo un momento, en marzo, que pensó que la “roja” estaba bien, porque funcionó bien en un test de Sepang. Fue un espasmo. No lo repitió en otros circuitos. Hace dos años, Valentino decidió marcharse de Yamaha porque Lorenzo le ganó con esa misma moto. Cuestión de orgullo. Ahora paga el precio. Audi, nueva dueña de Ducati, tiene el reto de hacer un prototipo como al campeón le gusta. ¿Cuánto tiempo requiere? El dilema es si el ídolo aguantará.
deportes