Esta noche ponen (o han puesto, según cuando se lea esto) en la tele ‘Apocalypse now‘, la versión de siempre, sin esas dos o tres escenas sorprendentes y esenciales que incluyó luego el propio Coppola en su versión última. Para mí es un monumento, una obra maestra, cumbre, un ventilador de imágenes y reflexiones, tal vez la película definitiva del cine de guerra. Me he leído atentamente la nota que sobre ella ha hecho Federico Marín Bellón, siempre equilibrado y brillante, y he sacado la conclusión de que no le vuelve loco. Yo me confieso mucho más entusiasta: ni siquiera necesito verla para emocionarme profundamente con ella, para aturdirme.