Oti Marchante el 13 jun, 2017 Yo no soy muy dado a recomendar novelas, entre otras cosas o causas porque ya no soy tan buen lector de ellas como solía. Pero de vez en cuando alguien te recomienda enfrascarte en una, que es lo que me ha pasado a mí ahora, y me encuentro con el deseo de compartirla. Ya la mencioné en el post anterior, se titula “Gilda en los Andes” y la ha escrito Fernando Marañón, personaje al cual conozco por coincidir con él en varias aficiones, como el cine y los puros habanos. No entraré en la trama, que es magnífica, cinéfila, política y romántica. Pero sí en las muchas bondades literarias que contiene: imágenes, citas cinéfilas, o mejor, peliculeras, estilo, sentido agudo del humor, de la intriga, de la acción y de la descripción de lugares y de tipos, desde Cádiz hasta la capital del Ártico. Por supuesto que es muy entretenida, pero también profunda sin alardear y muy, muy pegadiza, como un buen estribillo. Lamento habérmela leído ya, porque no se me ocurre nada mejor que hacer ahora que la lectura es buen refugio para los acosos familiares y vacacionales. Perfecta para el chiringuito mañanero, para antes de ir al cine, para después de haber vuelto y que te proporciona una excusa perfecta para ese agradable retiro de después de cenar… ¿Y qué pintan en ella Orson Welles, Rossellini, Truffaut, Paco Rabal, el otro gran director danés que no es Lars Von Trier…? Pues eso es justo lo que no voy a desvelar aquí. Otros temas Comentarios Oti Marchante el 13 jun, 2017