Horas antes de que sea público y del público, quiero aplaudir la vuelta de Mario Camus. No la vuelta al cine, del que nunca se ha ido, sino la vuelta a ese lugar dudoso y cuestionable que es mi más absoluta admiración. Su pelÃcula, ‘El prado de las estrellas’ es de las más hermosas y buenas y constructivas y cercanas que he visto en mucho tiempo. Hecha con sencillez, con humildad por dentro y por fuera, con muchÃsimo talento y corazón, con personajes que aprecio y admiro, y con una impresionante actualidad y ética en su completa atemporalidad, en su modo de ser antiguo, descatalogado, lejano a toda pretensión y presunción, pero tan directo, tan certero, tan humilde (lo repito, porque ahà está la esencia de lo que es y lo que cuenta, en la humildad, y con una cita sobre ella arranca todo…). Me siento feliz por haber visto una pelÃcula asÃ, y que ésta sea de Mario Camus, y de que tenga dentro y alrededor algunas de las cosas en las que merece la pena creer (o en las que yo, al menos, quisiera creer), y de que sea tan honrada, tan rural, tan lejana a lo modernuqui y epidérmico, tan cercana al buen corazón, y, en ocasiones, tan maniquea y tan previsible como la vida misma. Ojalá que todo esto por lo que yo la veo especial le sirva para defenderse con dignidad en la taquilla.