A media semana y ya me entra el vértigo de próximos estrenos: nos caen las películas encima como confetti. El fin de semana que no estrenan diez, es que estrenan once… Un equipo de fútbol entero, sin reservas, entra al campo este mismo viernes. Es que ya todo parece el Festival de Sitges, donde se tropiezan las películas para salir en la pantalla. La crisis del cine es, desde luego, compleja, pero quisiera arriesgar la idea de que un factor importante para alimentarla es el de la sobresaturación, si es que este palabro significa algo. Uno se planta ante la cartelera como ante una de esas quinielas en los fines de semana que juega la Selección española y que llenan el boleto no equipos de fútbol sino pueblos de España, el Guijuelo, el Tropezón, el Coruxo… A ver quién planta ahí un dos fijo… En cambio, esta caída de confetti cinematográfico no nos ha convertido a los supuestos especialistas en estrellas del fin de semana ocioso, como sí les ha ocurrido, por ejemplo, a los “hombres” del tiempo, que son pieza clave para decisiones importantes: ir arriba, ir abajo, no ir a ningún sitio…; el arsenal de críticos y enteraos de lo del cine tendríamos que estar en los telediarios con un mapa, no de España, sino de los estrenos, y con el puntero ir poniendo a cada uno en su sitio. ¡Once estrenos!…, de Robert Redford, de Nicolas Winding Refn, de Joseph Gordon Levitt, otro con Catherine Deneuve, el de David Trueba, el de “Thor”, el de Javier Fesser…, a ver quién es el listo que acierta con la película que elige.
En fin, este preámbulo es la declaración de que abro un consultorio y por el módico precio de “la voluntad, resalao”, le leo su futuro en la sala de cine al que lo solicite. Tengo una bola y estoy ensayando una mirada intensa, como se puede apreciar en la foto.
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