Ya encontré la puerta y la llave para abrirla, o sea, que puedo dejar aquí mis primeras impresiones de lo que he visto tras la peli inaugural que no era ni Gran ni Gatsby:
muy seca y afilada la de Amat Escalante, “Heli”, con una historia de almas cándidas en el avispero mexicano…, con la cosa de que hay una escena de paliza y tortura que al que la aguante entera le regalan un aipad. Muy francesita la de Ozon, “Joven y bella”, referida a su impresionante protagonista (Marine Vatch, de la que adjunto foto)
, una belle de jour adolescente con la que el Ozon más lila pretende que alguien reflexione sobre ese cataclismo de los diecisiete, al son de las canciones de Françoise Hardy y le temps de làmour… La película se queda cojita, pero con encanto. Estas dos estaban en la competición, y la de Sofia Coppola inauguraba Un Certain Regard, “The bling ring”, retrato mariantoniesco de la juventud de su barrio californiano, donde las chicas asaltan las mansiones de las Paris Hilton y compañía para arrebatarles la colonia y el glamour. No sé, tal vez no sea tan sosa como me parece a mí, pero la encontré plana y distante, y por supuesto inocua. El mundo tonto de feisbuc y tuiter subrayado en fucsia. Y la perla del día era “Fruitvale station”, del debutante Ryan Coogler, película que llegaba con el aval (en realidad, condecoración) de haber ganado en Sundance (¿Cuántas películas ganan cada año en Sundance?… si las contáramos saldrían decenas con esa medalla puesta). El caso es que la película tiene la fuerza de la historia que cuenta, la de un joven negro asesinado en esa estación de metro por dos policías el día de Año Nuevo, de un modo salvaje y sin venir a cuento, tal y como se narra minuciosamente en “Fruitvale station”, que probablemente peca de mirar el asunto con excesiva pasión y poca cintura. Pero es intensa y te revuelve las tripas.
También he visto la de Jia Zhangke, “A touch of sin”, pero dejaré unos puntos suspensivos…
Pongo enlace a la crónica
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