Pablo M. Díez el 12 mar, 2014 A Nils Horner, corresponsal de la radio pública sueca en Asia, le pegaron ayer (11 de marzo de 2014) un tiro en la cabeza en Kabul. Son los gajes de este oficio tan perro que una vez, cuando los periodistas iban al lugar de los hechos en vez de hacer refritos de internet, fue tan bonito. Horner lo sabía. Por eso había estado en todos los países de Asia cubriendo las noticias más importantes de la última década, desde el tsunami de Japón y el accidente nuclear de Fukushima hasta las guerras de Irak y Afganistán. Nacido en 1962 en Boras, trabajaba desde 2001 para la radio pública sueca, de la que había sido su voz en Oriente durante la última década. Nils Horner, corresponsal de la radio pública sueca en Asia. Reuters “Murió haciendo lo que le más gustaba”, me dijo ayer su compañero de la radio sueca en Pekín, David Carlqvist, cuando me llamó para darme la mala noticia. Los conocí a ambos durante el tifón de Filipinas en noviembre, que cubrimos juntos. A Horner, que vivía desde hace casi una década en Hong Kong y viajaba continuamente por Asia, el tifón le pilló nada más llegar a Suecia para una visita familiar. Nada más aterrizar y enterarse del desastre de Filipinas, hizo el petate de nuevo y se subió al primer avión a Manila. A pesar de los dos días de ventaja que su compañero Carlqvist y yo le llevábamos, llegó a Tacloban – la zona cero del tifón – unas horas antes que nosotros porque pudo embarcarse en un vuelo militar gracias a sus contactos. Este periódico y sus lectores debemos agradecerle la primera crónica desde las ruinas del aeropuerto de Tacloban, enviada con su teléfono satélite. Entre escombros y cadáveres, pasamos el resto de la semana durmiendo en el suelo del Ayuntamiento de la ciudad y comiendo al día un bote de “noodles” instantáneos que nos calentaba en una hoguera una señora encantadora que había perdido su casa. Por ducha no teníamos más que un barreño de agua en la calle. Lo pasamos genial. Con sus historias para la radio, Horner no sólo nos daba una lección de periodismo, sino también de humanidad. Cuando terminamos la cobertura, salimos juntos de Tacloban y aquella noche, la última vez que lo vi, nos emborrachamos en el Marriott de Cebú, cuyas camas mullidas, buffet interminable y cervezas frías sabían a gloria tras una semana en el infierno. Poco antes de la cena, y simulando acento filipino, me había llamado a la habitación haciéndose pasar por policía para decirme que me iba a deportar porque no tenía visado de periodista para entrar en Filipinas. Piqué como un colegial. Ese es el Nils Horner que quiero recordar, el que amaba su trabajo porque le permitía ir a los lugares donde ocurrían las cosas para ser la voz de Asia en la radio sueca. Una voz que, mientras haya otros más como él, ninguna bala por la espalda podrá callar. Suerte en tu último viaje, amigo. Otros temas Tags AfganistánasiaatentadocorresponsalfilipinasHong Kongirakkabulmuertonils hornerperiodismoperiodistaradiosueciatifontsunami Comentarios Pablo M. Díez el 12 mar, 2014
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