El motivo es que el Dalai Lama, que lleva exiliado en la ciudad india de Dharamsala desde 1959, había elegido a otro niño de siete años, Gedhun Choekyi Nyima, en mayo de 1995. Pero, debido a la enemistad manifiesta entre el Dalai Lama y el Gobierno chino, los agentes del régimen se llevaron al pequeño del monasterio de Tashilhunpo, donde se supone que vivía y en el que no queda ni una foto suya.
Desde entonces no se ha sabido nada de él y se sospecha que es el preso de conciencia más joven al hallarse bajo arresto domiciliario junto a su familia, pero las autoridades chinas lo niegan y aseguran que Gedhun es un chico normal y corriente sin ninguna autoridad religiosa que acude a sus clases y no quiere ser molestado.
En su lugar, e intentando provocar una especie de cisma entre los seguidores del Dalai Lama, han entronizado a Gyaencaen Norbu, a quien los medios chinos suelen retratar acompañado de las principales figuras del régimen comunista, como el presidente Hu Jintao.
Durante la revuelta tibetana de 2008, que condenó duramente, hasta se habló de que el Panchen Lama “rojo” podría ser nombrado diputado de la Asamblea Nacional Popular. Su entrada en la Conferencia Político-Consultiva es un peldaño más en su posición dentro del régimen.
Al margen de sus declaraciones y de su utilización propagandística por parte del Gobierno para dividir a los monjes budistas, el Panchen Lama vive en la lamasería de Zhaxi Lhunbo en Xigaze, la segunda mayor ciudad del Tíbet y donde residió también su encarnación.
Según los medios chinos, el joven ha estudiado inglés en Pekín y combina los principios básicos del budismo con su afición por los ordenadores y la comida tradicional tibetana, como la tsanba, el té de mantequilla de yak y los dumplings de carne. Pero ni por ésas puede ganarse el aprecio de los monjes, que siguen adorando en secreto al Dalai Lama y al verdadero Panchen Lama, donde quiera que esté.