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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

El hermano “chino” de Obama

Pablo M. Díez el

Dentro de su trascendental gira por Asia, la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a China no sólo será la más importante por el ascenso internacional de este país, sino también por el componente emocional de la misma. Cosas de la globalización, el primer inquilino negro de la Casa Blanca, que nació en Hawai y vivió en Indonesia, tiene un hermano en China. Para ser más exactos, un medio hermano, ya que Mark Okoth Obama Ndesandjo, que reside desde hace siete años en la sureña provincia industrial de Guangdong, es hijo del padre de Obama y su tercera esposa, la judía Ruth Nidesand.

Mark Okoth Obama Ndesandjo había mantenido un perfil muy bajo, pero aprovechó la inminente visita del presidente de EE.UU. a China para presentar su libro. REUTERS

Cuando el actual presidente de EE.UU. era sólo un bebé de dos años, su padre, Barack Hussein Obama, los abandonó a él y a su segunda esposa, la blanca Anne Dunham, y se marchó a la Universidad de Harvard. Después conoció a Ruth Nidesand, que le siguió hasta Kenia y allí se casó con él cuando éste se divorció de su anterior mujer en 1964.
Sin embargo, los problemas no surgieron por sus diferencias religiosas porque Obama padre no era un musulmán practicante, sino un borracho empedernido al que se le iba la mano con su esposa cuando tomaba alguna copa de más.
Así lo cuenta Mark Okoth Obama Ndesandjo en su libro “De Nairobi a Shenzhen: Una historia de amor”, una especie de novela autobiográfica que presentó recientemente en China aprovechando la inminente visita de su medio hermano. “Mi padre me pegaba, pegaba a mi madre. Cuando eres un niño y ves cómo tu madre es golpeada sin que puedas protegerla, se te endurece la piel”, recordó con lágrimas en los ojos Obama Ndesandjo, quien tenía ocho años cuando sus progenitores finalmente se separaron y dejaron de vivir juntos en su villa de estilo de europeo en el distrito de Lavington, donde vivía la joven burguesía de Nairobi.
En su libro, el autor ha utilizado numerosos elementos de su vida para exorcizar los demonios del pasado y ajustar cuentas con las conflictivas relaciones con su padre, que falleció en un accidente de tráfico en 1982. Al igual que Ndesandjo, que perdió su trabajo en una compañía de fibra óptica tras el 11-S, el protagonista de su obra, David, viaja de Nairobi a Shenzhen, una vibrante megalópolis fronteriza con Hong Kong, al enamorarse de una hermosa joven china.
Tras las palizas sufridas en su infancia, allí descubre la verdadera importancia de la familia y se embarca en proyectos caritativos. No en vano, Obama Ndesandjo, que trabaja como consultor, dirige una asociación de ayuda a los huérfanos y está casado con una china de la provincia de Henan, que presentará al presidente de EE.UU. cuando ambos se reencuentren aprovechando su estancia en Pekín.
“En China hay un gran sentido de la familia que espero que él comprenda”, aseguró el escritor, quien, al igual que Obama, tiene una sólida educación al estar licenciado en Matemáticas por la Universidad de Brown y contar con un máster en Stanford. De hecho, en la presentación de su libro hizo gala no sólo de su fluidez con el mandarín, sino también de sus conocimientos, citando a Tolstoi y a clásicos de la Literatura china como “El sueño de la mansión roja”.
Pero, por encima de todo, Ndesandjo, que recuperó el orgullo de apellidarse Obama cuando su hermano se convirtió en el primer presidente negro de EE.UU., estará feliz de volver a verlo porque “somos una familia y le quiero”.
A pesar de sus ilustres parientes, el escritor, que ya está preparando una autobiografía donde abordará con más detalle la relación con su hermano, ha publicado su novela de 358 páginas en Aventine Press, una editorial que cobra a los autores 399 dólares por la difusión de su obra y destinará el 15 por ciento de los ingresos a orfanatos chinos. “Quiero ser conocido por lo que escribo, no por ser hermano de Obama”, concluyó Ndesandjo, que es tan alto y delgado como el presidente de EE.UU. pero puede permitirse el lujo de llevar la cabeza rapada, vestirse con ropas africanas y lucir un pendiente en su oreja izquierda.

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