3.000 millones de euros encuentran heredero
Nueve años después, fue oficialmente declarado muerto, pero Nina Wang, nacida en 1937 en Shanghai bajo el nombre Kung Yusum, tuvo que acudir a los tribunales para batallar por su herencia frente a su suegro, Wang Dinshin. Aunque el juez falló a favor de la viuda sólo dos años antes de su muerte, ya le había dado tiempo a multiplicar la fortuna de su difunto marido, pues convirtió a su empresa, Chinachem, en una de las inmobiliarias más potentes del mundo al construir 300 rascacielos durante los últimos años.
Igual de accidentada ha sido la herencia de Nina Wang, que un juez del Alto Tribunal de Hong Kong, Lam Man-hon, ha otorgado a sus familiares al considerar que el testamento de 2006 esgrimido por su amante era falso. “Su firma ha sido falsificada con mucha pericia, pero el tribunal no cree que la relación fuera tal que Nina estuviera preparada para donarle todo su patrimonio sin tener en cuenta sus otros compromisos y responsabilidades”, recoge el fallo judicial.
En un caso que ha enganchado a la opinión pública hongkonesa por mezclar sexo, dinero y “feng shui”, la popular filosofía oriental que estudia la disposición de los objetos para aprovechar su máxima energía natural, la sentencia aclara que “darle regalos a Tony Chan e incluso grandes sumas de dinero en vida de Nina cuando éste la hacía feliz es una cosa. Convertirle en el único heredero de toda su fortuna es otra muy diferente, ya que ella situó sus obligaciones caritativas por encima de Chan y habría querido que su relación secreta fuera enterrada con ella tras su muerte”.
Tras ver cómo las intimidades de la multimillonaria eran destapadas en el juicio, donde su amante llegó a decir que tenía dos de sus coletas y que hacían el amor incluso cuando su esposa estaba embarazada, la familia de Nina Wang aplaudió satisfecha la resolución judicial. “Hemos ganado. Hay justicia en el mundo”, se congratuló su hermano, Kung Yan-sum.
Mientras tanto, sus abogados aseguraron que Tony Chan estaba “decepcionado”, pero que recurriría la sentencia. A su frustración se suma ahora la posibilidad de que sea acusado de haber falsificado el testamento de Nina Wang, unos cargos por lo que, en caso de ser declarado culpable, puede ser condenado a 14 años de prisión.
Compuesto y sin herencia, el adivino necesitará algo más que el buen rollito del “feng shui”para superar que los 3.000 millones de euros de Nina Wang han encontrado, por fin, un heredero. Y no ha sido él.
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