Con la Liga perdida, el equipo madridista no puede conformarse con la Copa del Rey. Ha de hacer una temporada relevante en la Liga de Campeones. Conquistarla es el reto. Difícil, porque depende de muchos factores. Muchas veces no la gana el mejor, sino el que tiene un buen momento. Sucedió con el Chelsea hace un año. Pero, en todo caso la capacidad del equipo madrileño demanda de los futbolistas un rendimiento que lles lleve por los menos a la final o a su antesala. Así se lo ha dicho Mourinho.
Les ha avisado de que lo que importa son sus éxitos, no el hecho de hundir al Barceoona, que está bien desde el punto de vista del aficionado, pero si después se acompaña con el triunfo propio. Los grandes no se regodean con el mal ajeno sino con la bondad propia.
El técnico ha puesto los puntos sobre las íes. Advierte que en Manchester se encontrarán a un rival encerrado, no con un adversario como el Barcelona, que busca el gol. Y su objetivo será abrir ese cerrojo. No será fácil. Es la batalla más difícil de las tres que el Real Madrid se ha marcado como decisivas. Ha triunfado en dos y falta el cum laude. Por ello ha concentrado a todos sus hombres, incluidos Marcelo y Casillas. Se hace piña. La grandeza de este club se enmarca en ese mensaje. Han eliminado al Barcelona de la Copa, se han clasificado para la final, han vuelto a derrotar a los azulgranas en Liga y todo eso no es suficiente. Ese es el Madri
d.
Real Madrid