La realidad del Real Madrid y del Barcelona son opuestas. El sol y la luna. El club madrileño ha conseguido rebajar su deuda desde los 240 a los 46 millones y acaba el ejercicio económico 2020-21 con un beneficio después de impuestos de 873.000 euros, que supera los 313.000 obtenidos en la campaña anterior, cuando comenzó la pandemia. La entidad azulgrana ha cosechado otros 300 millones de euros en números rojos, hasta acumular unas deudas de 1.673 millones de euros, y no puede inscribir a Messi como jugador simplemente porque no cumple las normas financieras de la Liga, con unos débito desorbitados que exigieron a la casa barcelonista solicitar un crédito de 500 millones para subsistir. Las comparaciones son imposibles, sí.
El Real Madrid sortea bien el coronavirus a pesar de haber dejado de recaudar 300 millones de ingresos por la falta de explotación del estadio, las taquillas, las tiendas y todos los negocios relacionados con el coliseo del Bernabéu, que producen sus mayores ingresos en los días de partido. El Tour del Bernabéu, por ejemplo, funciona hoy, y pueden verse las obras desde dentro, pero lógicamente no produce los beneficios de las épocas normales de apertura abierta y toal.
El Barcelona, sin embargo, se ha hundido ante esa pérdida de ingresos. No ha reducido su deuda, sino que la ha aumentado, en un descontrol económico peligroso que Javier Tebas ha denunciado. El presidente de la Liga ha expuesto que el Barcelona hace ingeniería financiera para retrasar pagos en años venideros con el fin de poder inscribir a Messi con su sueldo esta temporada. El club catalán pretende que Piqué, Busquets, Jordi Alba y la generalidad de los futbolistas admitan reducirse el salario y cobrar el mínimo en el próximo curso y dejar esos emolumentos pendientes para años futuros, con el fin de obtener el hueco salarial para inscribir a Messi en la Liga.
Porque esa es la cruda realidad del Barcelona: Messi pasó ayer por la ciudad Condal, camino de Ibiza, y sigue sin constar como jugador del club, sigue sin constar en ningún equipo ni en ningún campeonato, porque el Barcelona no puede pagarle su sueldo.
Así de triste es la situación del Barcelona, tras años de despilfarros. Unos despilfarros que no solo deben adjudicarse a Bartomeu y Rossell, pues los números rojos comenzaron ya con la anterior etapa de Laporta. Nadie está libre de pecado aquí, como se quiere hacer entender. Laporta afirma que se ha encontrado con una realidad mucho peor de lo esperada, pero lo cierto es que esos gastos desbocados ya nacieron con su anterior gestión.
El Real Madrid vive una situación contraria. Ha demostrado su capacidad de respuesta para adoptar medidas de ahorro que frenaran las pérdidas generadas por el Covid-19. Según un estudio de UEFA, las pérdidas operativas acumuladas por los clubes europeos entre las campañas 2019-20 y 2020-21 serán de 6.000 millones de euros. El Real Madrid no consta en esa lista de pérdidas. El Barcelona es el líder de esa nefasta clasificación.
Las comparaciones son odiosas, sí. La casa blanca ha conseguido que sus profesionales se rebajen el sueldo en silencio, sin jaleo. En el Barcelona se vive una pelea constante y pública, con abogados de por medio, porque muchos jugadores se niegan a rebajarse el sueldo para que Messi cobre todo lo que pida. Están indignados, especialmente cuando escuchan que el primer inscrito en la Liga debe ser Messi y , si hace falta, dejar de inscribir a otros futbolistas. es para indignarse, sí.
El Barcelona ficha a Depay y al Kun Agüero cuando su clave es inscribir a Messi y no puede hacerlo actualmente porque su límite salarial lo impide salvo que muchos profesionales dejen de cobrar este año y lo hagan en el futuro. No es una broma, es la pura verdad.
El Real Madrid, sin embargo, ha aumentado su poder de gasto salarial de los 414 a los 473 millones y no alcanzará esa cifra, al revés, rebajará sus gastos, pues se han marchado Varane, Ramos y pronto lo harán otros cinco futbolistas, mientras solo ha llegado Alaba. Ni la opción de Mbappé cubriría los 473 millones de sueldos. El club blanco gastará menos.
Después de todo esto, que no vendan películas a sus seguidores desde el Barcelona, pues está revirtiendo débitos de hoy para pagarlos en un lustro. Y debe 1.673 millones.
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