Tomás González-Martín el 14 sep, 2015 Que Bale no se confíe. Le esperan a la vuelta del primer córner, en cuanto su fútbol no aporte pases de gol perfectos para Cristiano (dos en Barcelona) o no provoque penaltis (el 0-2 fue gracias a la pena máxima sufrida por el galés). Bien sabe Gareth que los ataques contra él son ataques a Florentino. Así se lo dijeron desde el primer día que vio como las balas se cargaban contra él. El presidente le tranquilizó: tiran balas contra mí, no contra ti. Su precio, 91 millones, era la razón del acoso contra el dirigente. El jugador británico, por esta razón, no fue bien recibido. Se llegó a decir incluso que no era un futbolista, sino un atleta. Tenía demasiados enemigos. Su progresión en el rendimiento silenció muchas bocas en la primera temporada. Su golazo al Barcelona en la final de Copa de Mestalla fue el punto de inflexión, corriendo por la izquierda como si fuera Usain Bolt en un giro del estadio al revés. Marcó también en la final de la Champions otro gol importante, el 2-1 que selló la victoria. En su segunda campaña anotó otro tanto relevante en la final del Mundial de Clubes. Y después pagó la decadencia del equipo, producto de las lesiones de Modric, Ramos, Pepe y Benzema. Volvieron las críticas contra el galés. Mucha prensa apostaba por Isco. El problema es que Bale no jugaba en su puesto. Era extremo derecha por obligación, para encajar otras piezas en el esquema de Ancelotti, y ahí estaba condenado a recibir o no pases. Dependía de si el Real Madrid atacaba o no, de si dominaba o no. Benítez vino a solucionar un problema que era grande. Un futbolista de esa categoría no podía seguir sin jugar donde mejor rinde. Se lo preguntó. Y Gareth no dijo que prefería ser extremo zurdo, su puesto natural, por el flanco que construyó el golazo de la final de Copa de 2014. Sorprendió al manifestar al nuevo entrenador que su posición idónea era la de media punta, por detrás de Benzema, para moverse con libertad por el centro, por la izquierda y por la derecha. Y así ha demostrado paulatinamente su calidad. Su potencial. Da centros medidos a Ronaldo por la izquierda y por la derecha. Penetra por el centro. Rompe. Interviene en todo el esquema ofensivo del conjunto. Antes era un individualista en una banda. Ahora, por fin, se encuentra inmerso en el engranaje de la estrategia. Y funciona. Funciona Bale y vuelve a funcionar la BBC, con Benzema como un nueve fijo que fija a los defensas y permite que Cristiano y Bale exploten todo su arsenal de clase y velocidad con libertad de acción por todos los sitios del ataque. Ya no dicen que el británico es solo un atleta. Ya le reconocen como futbolista. Pero no le pasarán ni una. Es uno de los emblemas de Florentino. y eso no se perdona. Se paga muy caro. Bale lo sabe. La diferencia es que ahora juega donde quiere y cómo quiere. Y Cristiano se ha dado cuenta, también, que si Gareth juega a gusto, él marca más goles, porque sus centros tienen la precisión de la hora británica. Otros temas Comentarios Tomás González-Martín el 14 sep, 2015
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