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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

La Magia de Isco, la magia del Real Madrid eterno

Tomás González-Martín el

Cuando Isco no era todavía titular del Real Madrid, hace dos meses, Lopetegui lo rescató para su nueva selección española porque tenía (tiene) ese arte del fútbol que le hace distinto. Cuando un partido se complica, ahí surge el malacitano para trazar un pase dentro del área, una vaselina como centro perfecto o un disparo colocado con su guante derecho que soluciona los problemas. En Wembley marcó un gol de su estilo, con filigrana, disparo raso entre las piernas del pérfido Albion que defendía la portería inglesa. Si Felipe II se lleva a Isco hace quinientos años, el imperio seguiría perenne. Lástima.
Íker Casillas y Sergio Ramos le endosaron el mote de Magia en 2013 y con él se ha quedado de por vida. Ahora, Bale le llama Mayia con ese tono galés sacado del carbón de Carfiff, tan tosco como calentito. Kroos le denomina Magggia con las ges repetidas y muy pronunciadas, teutón que es él. Y el fino de Modric le llama Magia de manera estricta, inmejorable, mejor que Ramos, que le da ese toque de Camas que dice magia como si fuera una canción flamenca.
Hoy, Francisco Alarcón es titular en el once de Zidane. El francés le considera el futbolista ideal para jugar de media punta, protegido por los dos medios centro en un 4-2-3-1 que es el mejor sistema para el Real Madrid y para el andaluz. Isco ejerció en ese puesto frente al Betis y los blancos ganaron 1-6, con dos goles del malagueño.
Dice Isco en su entrevista en ABC que Ramos y Casillas le hicieron bailar y cantar sobre una silla en la novatada que debía pagar a su llegada al Real Madrid en 2013. Y Francisco decidió bailar y cantar el Aserejé. Lo bordó sobe ese palmo de escenario. Brazo arriba, mano abajo, y a cantar con su deje y su salero. Si le hubieran puesto un balón, también lo habría tocado sin dejarlo botar ni en la silla ni en el suelo mientras movía los brazos y entonaba la cancioncita. Porque es un artista del balón. Dicen los que le observan en sus entrenamientos diarios que es un espectáculo verle regatear, hacer rotaciones sobre el balón, pisarlo y realizar la chicuelina como la que enseñó en Wembley al borde de la línea de fondo para salvar la pelota.
Es un futbolisa distinto y esa imagen de alegría, con y sin balón, no esconde su ambición. Suma dos Champions en tres años y afirma que el Real Madrid no puede pasar otro año sin conquistar la Liga. Va a por ella. Está imbuido de madridismo. No se conforma. Quiere más títulos. La idiosincrasia del club ha calado en él. Como dice Isco, en tres años en el Real Madrid vives lo que en ocho tempoadas en otro club. La intensidad que exige Zidane en el campo es una metáfora de la intensidad que se exige el club para aspirar a todas las coronas. Es, en realidad, la misma intensidad. El único secreto de la entidad es querer ganarlo todo. Dice Marta Santisteban, hija del gran exjugador del Real Madrid de las primeras Copas e Europa, que en este casa se celebran los títulos pidiendo el siguiente. Así llegaron cinco Copas de Europa entre 1955 y 1960. Así han llegado ahora otras dos Champions y seis semifinales consecutivas.
Dice Isco que en el avión de regreso de Milán, con la undécima caliente y mojada de vino, Florentino Pérez les pidió la duodécima. La docena, que dice el madridismo. Eso es el Real Madrid. nada más. Y nada menos. Ese es su ADN. El secreto del éxito, como expresaba Steven G. Mandis en su reciente libro de un observador americano en el interior del club de fútbol más famosos del mundo.
El Real Madrid, en el fondo, tine una idiosincrasia norteamericana. Solo le sirve el éxito. No le valen justificaciones. Ese también es su secreto. Nunca cae en el victimismo y en la resignación. Eso es para derrotados. Si pierde, se reforma para volver a ganar, sin quejarse. Eso es para débiles. Como dijo Arbeloa en ABC, el Real Madrid es como el imperio romano, todo el mundo espera su caída, pero nunca cae. Y ser del Real Madrid es un pasaporte como el pasaporte de ciudadano romano que los soldados mostraban como garantía hace casi dos milenios.
Ya lo decía Di Stéfano: algo debe hacer bien el Real Madrid cuando hasta el Papa viste de blanco. Lo argumentaba con humor el culpable de toda esta leyenda que hoy es una realidad perenne. Porque el otro secreto del Real Madrid es que no vive del pasado. Se reinventa para ser el mejor. Para ser leyenda viva. Para ser leyenda siempre. Para ser leyenda.

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