Señalado, menospreciado, despreciado, machacado, vapuleado, vilipendiado. El «alineador» comienza a ser respetado solo un poquito por sus críticos. Contra todo y contra todos, Zidane demuestra su nivel al cambiar con inteligencia de jugadores y sistemas como nunca se esperaban esos que le consideran un técnico del montón.
Le pusieron la guillotina, algo muy francés, cuando perdió los dos partidos de Champions frente al Shakhtar ucraniano, tembloroso el futuro del Real Madrid en su competición más amada. Volvieron a ponerle en la diana cuando perdió ante el Athletic, el Alcoyano y el Levante en un enero de miedo. La Liga parecía perdida y el entrenador marsellés se jugaba su porvenir en la eliminatoria europea con el Atalanta italiano. Su manera de superar ese listón, con suplentes, víctima de una plaga de lesiones, fue el comienzo de una revolución interna del equipo que ha cambiado la percepción que el mundo tiene de Zinedine Zidane. Le pusieron en la guillotina varias veces, pero sacó la cabeza y ahora vence con alineaciones de autor; algo habrá hecho bien el chico que jugaba en La Castellane de Marsella.
Con bajas muy importantes, haciendo encaje de bolillos impensables, el técnico ha conseguido recuperar su crédito en la Liga y se ha plantado en las semifinales de la Champions. Menospreciado, vituperado, señalado, ya nadie le llama «mero alineador».En el Real Madrid reflexionan que la necesidad agudiza el talento y hace sacar lo mejor de cada uno en las situaciones límite. Es lo que ha sucedido con Zizou. Sin Ramos, sin Varane, sin Carvajal, sin Hazard de por vida (36 partidos en dos años acumula el belga), el responsable deportivo de la primera plantilla ha logrado convencer a sus pupilos para dar lo máximo y enfrentarse a la adversidad con sacrificio y orgullo.«Los problemas han unido al equipo», indican en la casa. Así ha sido. Nadie esperaba que Isco, Marcelo, Militao, los filiales Marvin y Arribas, incluso Vinicius, pudieran rendir a este nivel cuando el club más lo requería, lo necesitaba, lo exigía. Todos lo han hecho. Zinedine les dijo que contaría con todos y lo ha hecho. Sus hombres le han respondido. Y el joven extremo brasileño, otrora oscurecido por la prioridad de Asensio, se ha convertido en el estilete del proyecto en los momentos críticos.
El colmo del desprecio a Zidane se vivió cuando escuchaba que le buscaban sustituto. Allegri, Nagelsmann, Raúl, Joachim Low y hasta Klopp, ese que no jugaría en el Di Stéfano, han sonado en los mentideros de la rumorología desde el mes de diciembre hasta hace cuatro semanas. Hoy ya nadie habla de su posible relevo. El preparador del Real Madrid tiene contrato firmado hasta 2022 y la entidad pretende continuar con él la próxima temporada. Si no siguiera en junio es porque el propio Zizou habría decidido que no continuaba. Pero la empresa le ha dicho que cuenta con él para hacer la remodelación necesaria de una plantilla muy veterana y el técnico desea llevarla a cabo. Su labor de zapa para fichar a Mbappé, a quien trajo personalmente a Madrid hace un lustro, tiene sus frutos sembrados y sería incongruente marcharse cuando sus jefes piensan reforzar al equipo en julio con la estrella parisina y con Alaba en la retaguardia. Después de soportar tres años sin fichajes rutilantes, solo con el fallido Hazard como muestrario de foto rota, sería extraño dejar el puesto ahora que llegan futbolistas para cambiar de verdad al equipo. Los que pidió hace tres años, cuando se fue Cristiano, y no se los trajeron. Por eso dimitió nada más conquistar la decimotercera Champions.
El mérito del ídolo marsellés es que ha sabido reformar al Real Madrid en plena austeridad, en dos temporadas en las que nadie creía en este grupo. Ganó la Liga en la pasada campaña y ahora puja por la Champions y por otra Liga con un plan B e incluso C, con hombres como Marcelo, Militao, Isco, Nacho, Valverde y Odriozola, suplentes en el once inicial de cualquier madridista aunque tanto Nacho como Valverde merezcan ser titulares fijos desde hace mucho tiempo. El éxito, ahora reconocido, del presunto «alineador» es que además de jugadores ha sabido revolucionar el sistema para mantener la portería a cero y atacar con mayor seguridad atrás.
La idea de los tres centrales ha sido óptima. Le ha permitido planificar la faceta ofensiva con dos laterales que se transforman en extremos sin mirar atrás y esa libertad ha aportado movilidad, velocidad y creatividad a un esquema que era demasiado conocido. Zizou asumió que sin Cristiano habría menos goles y dio prioridad desde entonces al sacrificio defensivo del equipo en su conjunto. Los tres centrales ha sido una variante positiva para defender y atacar mejor. Es esa búsqueda de cambios tácticos la que premia con resultados su trabajo. Y la adaptación de los suplentes concede mayor crédito a su apuesta. El francés ha pasado del inmovilismo del 4-3-3 clásico a la renovación constante del equipo. Hoy se le elogia por su versatilidad. Se le ensalza más, no obstante, en el extranjero que en España. Cuando Zidane expuso públicamente que respetaran al Real Madrid. Y que le respetaran a él, porque no se le ha respetado. Hoy sus críticos callan, pero nunca otorgan.
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