El Real Madrid esta indignado ante la campaña de «robo» que se ha organizado tanto en España como en el extranjero. El club entiende que antimadridistas irredentos como Guardiola hagan esa campaña de las presuntas ayudas arbitrales al campeón de Europa. Pero el Real Madrid y Zidane están muy tranquilos. Subrayan que los que protestan son siempre los amargados, los antimadridistas, esos que afirman históricamente que prefieren que su equipo, el Atlético o el Barcelona, pierda con tal de que el Real Madrid caiga en la Champions. Así les ha ido. El Real Madrid suma doce Champions y aspira a la decimotercera. La decimosegunda más una, que diría Ángel Nieto, un madridista de pro, porque también era un ganador con talento. Eso genera envidia, celos, rabia en los que no pueden ver a un equipo ganador que cree con seguridad en lo que hace. Ganador y seguro de sí mismo son palabras que muchos no pueden encajar. Pero esos antimadridistas son los menos. Por eso, Zidane y el club están muy serenos. Lo han estado siempre.
El Real Madrid juega, intenta ganar y cuando pierde no critica a los contrarios. Guardiola, la Juventus, Arturo Vidal (K.O.) y el barcelonismo se quejan y protestan hasta cuando ganan. Recordemos que Piqué criticó y se mofó del Real Madrid incluso cuando es campeón de Liga. La madriditis es una enfermedad y contagiosa que no se puede curar ni con Ligas.
Las encuestas españolas dicen sin tapujos, ni cocina para contentar a los amargados, que entre el 66 y el 68 por ciento de los españoles son madridistas. El Real Madrid conoce esas encuestas nacionales sociales y de mercado, que son muy serias. Los madridistas son la mayoría silenciosa. Pasa lo mismo en las votaciones de la política nacional: los que protestan hacen mucho ruido, salen en los medios porque montan escándalos mediáticos para salir en ellos, pero son los menos. «Este club, el mejor del mundo, siempre generó celos, pero se ha superado la línea de lo permitido, es indignante», indicaba Zidane hace tres días.
Zidane ha expresado el sábado pasado su vergüenza ajena por la ligereza con la que se acusa: «Estoy indignado que se diga robo. Entiendo que un profesional de un equipo interesado diga que no es penalti, aunque lo sea. Eso pasó siempre con el Real Madrid. Pero hablar de robo es grave, inadmisible. Podrán decir lo que quieran, este es el mejor club del mundo, ahí está su historial».
Odio, envidia, celos, manía. En una análisis sereno, el responsable del Real Madrid valoró que se juzga al equipo con unas condiciones nada sanas: «Veo envidia. Veo manía, sí. No sé si hay odio, pero si veo celos. Eso lo viví desde que fui jugador, pero ahora se ha superado la línea de lo permitido. Todo esto por un penalti que lo es». Y queda una cuestión que a nadie le interesa juzgar: no se habla del gran error de marcaje de los once jugadores de la Juventus al encerrarse en el área y dejar solo a Lucas. Eso no vende. No genera polémica.
No vende que el 66 por ciento de España sea madridista. Molesta a los envidiosos. Y explotan para salir en los periódicos con su amargor. Pero son los menos. Siempre. La mayoría silenciosa es eso, mayoría y callada.
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