Tomás González-Martín el 12 jul, 2015 El enfrentamiento de Casillas con el Real Madrid es un constante desde hace muchos años. Demasiados. El primer antagonismo con el presidente llegó cuando manifestó que él era un galáctico de Móstoles, equivocada ironía sobre una referencia creada por la prensa que el propio Real Madrid odiaba, pues parecía que los futbolistas no sudaban para ganar, porque venían al parecer de otra galaxia. Idioteces mediáticas. Ahí se equivó Íker. Y allí nació un distanciamiento que creció sobremanera cuando Ramón Calderón aprovechó la dimisión de Florentino Pérez el 26 de febrero de 2006 para dar a Casillas un contrato vitalicio que le permitiera cobrar la misma ficha que Raúl. Calderón quiso ganarse a los líderes del plantel con dinero, con independencia de la justicia del contrato. Y Casillas hizo mal las cosas. Firmó esa renovación y después rompió con su representante, Ginés Carvajal, por considerar que no le había defendido bien en el contrato firmado un año antes. Debería haber roto antes con el apoderado. Hizo las cosas al revés y después Ginés Carvajal pidió su cinco por ciento del acuerdo sellado por Casillas con Calderón hasta el año 2017. El contrato que ahora hemos barruntado tantas veces en la marcha del guardameta al Oporto. Íker demandó al Real Madrid para que fuera el club quien abonara a Carvajal ese cinco por ciento. El litigio duró hasta 2010, cuando el cancerbero retiró la demanda, ya de nuevo con Florentino Pérez en el cargo. El asunto se saldó por fin en 2012. Pero la relación estaba rota. Luego, Mourinho y su suplencia, mantenida por Ancelotti en su primera campaña, hicieron el resto. Todas estas situaciones abrieron un frente que ha explotado esta semana hasta despedirse en solitario en la sala de prensa, tras una semana de negociaciones y desencuentros económicos que han destrozado todavía más la realidad. Decir adiós solo, sin trofeos, sin personas a su lado, ha sido una decisión del propio portero. El Real Madrid le ofreció realizar un gran acto público en el Bernabéu, de puertas abiertas, con sus dieciocho trofeos, con discurso del presidente y del capitán, sin discurso del presidente. Lo que él quisiera. Y la afición en las gradas. No ha querido. Prefería hacer una rueda de prensa en Valdebebas con sus compañeros a su lado, sin dirigentes. Al final, las negociaciones se extendieron hasta las nueve de la noche del sábado. La plantilla volaba el domingo por la mañana. Íker eligió leer una carta en soledad, ante la prensa, sin nadie a su lado. Así lo ha querido. Un adiós triste. Con muchas equivocaciones y desencuentros de todos. Una pena. Otros temas Comentarios Tomás González-Martín el 12 jul, 2015
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