Teresa de la Cierva el 23 dic, 2010 Ayer tuve una regresión. Volví a los 10 años, cuando mi tía Mayra, que vivía entonces con nosotros, nos pagaba a mis hermanas y a mí por hacerle “cosquillitas” antes de irse a dormir. Fueron nuestros primeros “pinitos” como asalariadas, y no nos fue nada mal (nos pagaba 25 pesetas por sesión de 10 minutos). Pero la tía Mayra se casó, y nos quedamos en el paro. Mi hermana Fátima tomó el relevo y nos contrató a Sofía y a mí, pero por la vía de “me hacéis cosquillas gratis porque soy la mayor”. La “peque” y yo nos convertimos en sus “cosquilleadoras” oficiales, pero nos duró poco la época de esclavitud. Decidimos que aquello era “explotación hermanil” y hubo sublevación familiar. Reclamamos igualdad de condiciones (me salió la única vena sindicalista que he tenido en mi vida) y empezó una nueva etapa: la del trueque. “Si me haces cosquillas hoy te dejo mi camiseta verde”; o “me pido ser la última y mañana a cambio te hago doble ración”. Lo mejor, ya imaginaréis, era ser la última en recibirlas porque tras quedarte medio dormida, costaba, y de qué manera, devolver la sesión! Y he revivido esos buenos momentos en el primer centro de cosquillas de España, y probablemente del mundo: COSQUILLEARTE. Es un espacio donde un equipo de especialistas (quiroprácticos y masajistas titulados), conocedores de los efectos positivos del contacto físico de las manos, realiza sesiones relajantes de cosquillas. No se trata de masajes. Tampoco de cosquillas de esas que te hacen reír (y a mi enfadarme porque las odio!!). Son caricias suaves con los dedos y una pluma, por todo el cuerpo, teniendo en cuenta las terminaciones nerviosas. Al estimular los receptores táctiles de la dermis se segregan endorfinas (las hormonas de la felicidad) y se generan sensaciones de bienestar y relax. El climax llega cuando le toca el turno a la cabeza y hacen las cosquillas con una especie de escobilla con hilos de acero y punta redondeada. Éxtasis total. Todavía tengo la piel de gallina… Lo que yo experimenté es lo que llaman Momento Olvidarte (45 €), un recorrido de una hora por todo el cuerpo, tan relajante que me quedé dormida. Pero se pueden vivir muchos otros “momentos”: –Momento Expressarte (12 €) son 15 minutos para abrir un paréntesis en la jornada y recuperar la energía como si se hubiese dormido una siesta. –Momento Pausarte (25 €), media hora para liberar tensión y tomar conciencia de cómo reacciona cada centímetro de la piel. –Momento Fascinarte (50 y 90 €), sesiones de 30 o 60 minutos con dos masajistas a la vez, a cuatro manos. –Momento Emparejarte (precio del tiempo elegido, x 2). Existe la posibilidad de reservar una cabina doble para compartir la experiencia con vuestra pareja, una amiga (o amigo) e incluso un hijo, porque es recomendable para todas las edades. Como dice Pepe, uno de los artífices de la idea, “es una revolucionaria forma de liberar el estrés y disfrutar. La única contraindicación es que crea adicción”. Dónde: García de Paredes, 33. Madrid. Tel. 91 591 78 68. www.cosquillearte.com Horario: de 9 a 21 h. de lunes a viernes; sábados de 10:00 a 15:00, y por la tarde, bajo cita previa Tratamientos Comentarios Teresa de la Cierva el 23 dic, 2010