Un día de febrero igual que ahora (fue el domingo 11. Y portada de ABC) volvíamos a casa tras un fin de semana desde la sierra de Madrid. Mis padres optaron por regresar después de comer, para no pillar caravana. Íbamos todos los hermanos, unos junto a otros, a nuestras cosas. Y a la radio. Era la tarde del Atlético de Madrid- Real Madrid de la Liga 72-73. Jornada 21 (catorce aún por disputarse). La clasificación la lideraba el Barcelona, con 29 puntos, dos más que el Atlético y cuatro más que el Real Madrid, que era cuarto, con un punto menos que el Español. El Barça ganó ese día y dio un gran paso hacia el título, que peleó con Atlético y con Español (los tres fueron líderes en algún momento hasta el final, mientras que el Madrid asistió a la contienda siendo siempre cuarto). De las últimas 13 ligas, menos una que ganó el Valencia, las demás se habían quedado en Madrid (Atlético, cuatro; Madrid, ocho). Los niños madridistas de los 1970 teníamos un enemigo: el Aleti.
Aquella tarde, en la radio del Seat 1500 de mi padre, iban 1-1, mediada ya la segunda parte; y en nuestro regreso habíamos tomado el cambio de sentido, en la carretera de la Coruña, hacia Sinesio Delgado, en el camino de la carretera de la playa, que entonces era un precioso sendero rodeado de arboleda. Yo me conformaba con el empate e iba todo nervioso, sentado detrás, en el medio, contando los minutos.
Era el primer año del Atlético sin Calleja. Y el segundo del Madrid sin Gento. Luis Aragonés y Banegas estaban lesionados por los locales. Rodri y Ovejero habían sido dudas, pero estaban en el césped. Los socios y abonados pagaron 100 pesetas; 13 millones de recaudación. El Atlético había empezado mejor en nuestro itinerario por carretera y tuvo alguna ocasión para llegar al descanso por delante en el marcador, en un partido en el que ambos equipos tomaron muchas precauciones. En las delanteras jugaban Ufarte, Garate y Becerra. Y enfrente Amancio, Santillana y Aguilar. En el Atlético la baja de Luis Aragonés era crucial, de hecho fue el máximo goleador del equipo aquel curso, solo detrás del ovetense Marianín, que se aupó en el Pichichi. Había marcado Santillana para el Madrid y empatado poco después Becerra. Estos detalles no los recuerdo. Pero no he podido olvidar los minutos finales de aquella tarde de regreso de fin de semana.
De pronto, el carrusel deportivo de Radio Madrid voceó: «pi pi pi, gol en Madrid, informa Pepe Bermejo». Así fue el estrés en mi infancia. Resulta que había gol en el Calderón que, o era del Madrid, o era del Aleti. La ruleta rusa al lado de esto es, como comprenderéis, un entretenimiento banal. El corazón me bombeaba de tal forma que podía oírse desde los coches que marchaban a nuestro lado. ¿De quién era el gol? Yo tenía amuletos de la suerte -que cambiaba a menudo, por desleales- para que el gol «fuera nuestro». Pero lo primero que había que advertir cuando se diera paso al locutor era el griterío del público: si el Madrid jugaba fuera, sería un signo que, al conectar, no hubiera estruendo de público, no se oyera jolgorio. Pero lo hubo y… ¡el gol era del Madrid! Era el minuto 87 y ya… ganaríamos seguro. Aquel gol me pareció un regalazo mayúsculo: era un gol en el Calderón, yo me conformaba con el empate, estaba calladito diciendo «que no sea gol en Madrid, que no sea gol en Madrid, que sea en Castellón, o en Granada…». Pero había sido gol en Madrid, había jolgorio de fondo en el público y… ¡el gol era de Amancio! (Amancio marcó goles en el Manzanares en cinco derbis diferentes). En cuanto llegué a casa, ya estaba deseando que fuera lunes y entrar al colegio. Y ver los goles en blanco y negro, con algún temor a que, si los echaban tarde, nos condenaran a dormir sin ver la tele. Finalmente fue el Atlético de Madrid el que se proclamó campeón de aquella Liga, desenlace que se produciría en la última jornada, con cierta pesadumbre por mi parte.
Real Madrid y Atlético se enfrentan ahora por 82.º vez en la historia de la Liga en territorio rojiblanco. 34 veces ha ganado el Real Madrid a su eterno rival a domicilio, frente a 24 victorias locales y 23 empates. En 15 de los 27 primeros encuentros hasta 1962 vencieron los colchoneros. Pero tan solo tres veces ha ganado el Atlético en los últimos 32 partidos. Di Stéfano (ocho) fue quien más goles marcó. Y Pirri (15), el que más jugó. Sergio Ramos ha disputado nueve derbis: no ha perdido ninguno, ganó los seis primeros y empató los últimos tres. El año pasado (0-0), en el estreno madridista del Wanda Metropolitano, el sevillano ejerció de capitán y le cambió el campo al rival en el sorteo; como se rompió la nariz, no creo que se le ocurra ahora volver a repetirlo. Se trata de amuletos de la suerte, que habrá que cambiar a menudo… Porque, en el fútbol, los que ganamos o perdemos de verdad somos los aficionados, atados a los triunfos y desventuras de nuestra infancia.
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