En el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo todavía no se ha apagado el eco de la voz del presidente Rodríguez Zapatero echando en cara a Mariano Rajoy que nunca podrá ir a un acto sindical como el de Rodiezmo -la reunión que organiza UGT en septiembre y con la que Zapatero siempre ha iniciado el curso político- y que él, por supuesto iba a ir este año; cuando la vicepresidenta Fernández de la Vega -no ha sido capaz de decirlo él- ha anunciado hoy que Zapatero no irá. Curiosa revelación que pone de manifiesto la farsa en la que el presidente ha convertido su discurso político, que no es más que un engaño tras otro. Pero lo que es peor, una claudicación más.
En los últimos meses ha tenido que renunciar a su discurso de no recortar las pensiones, de no dar marcha atrás en los derechos de los trabajadores y de no hacer nunca jamás una reforma laboral, que eso era cosa de la derecha. Pues todo eso se lo ha tenido que tragar. La guinda del pastel es renunciar al acto de Rodiezmo, seis después de retar a Rajoy desde la tribuna del Congreso de los Diputados que él,a pesar de aprobar el mayor recorte social de la historia de la democracia, todavía puede presentarse en un acto sindical sin que lo abucheen.
Intentando buscar una explicación a este anuncio, quizás Zapatero haya visto la moviola de la manifestación de Cataluña en defensa del Estatuto, que Montilla tuvo que abandonar para no terminar siendo agredido. Si la imagen de Zapatero ya está por los suelos, o como le dijo un diputado popular el día del debate: "¡Estás muerto!", la puntilla sería iniciar el curso político, que se presenta como uno de los más duros de su mandato, abucheado por los sindicalistas y saliendo por la puerta de atrás de las minas de Rodiezmo.
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