A mí, nada de lo que sucede con la corrupción en Andalucía me sorprende, simplemente me da mucha pena. Primero fueron los ERE irregulares, el reparto de una parte del dinero que se tenía que haber destinado a los prejubilados y que ha ido a parar a cargos y familiares de los socialistas, que nunca trabajaron y que los colaron en las listas para trincar el dinero de todos. Y ahora, como desvela ABC, sale a la luz otro fraude, el de las ayudas al empleo que proceden de fondos de la Unión Europea, gestionados por la Junta de Andalucía. La estratagema era la siguiente: entrar en contacto con la Administración socialista para recibir la subvención y contratar a los trabajadores solo el tiempo necesario hasta ingresar el dinero.
Nada nuevo bajo el sol andaluz. En esta tierra, hemos visto de todo. Recuerdo el caso de empresas que se creaban solo para recibir subvenciones de la UE, otras que presentaban proyectos para la realización de supuestos informes que nunca se hacían, y así recibir dinero de la Junta. Como me voy a olvidar de la cacicada de la finca Montenmedio en Vejer de la Frontera (Cádiz), un monumento a la ilegalidad urbanística, en la que se construyeron edificaciones, como aquella casa-club con menos “papeles que una liebre”¿te acuerdas, Antonio Blázquez (amigo de Felipe González) las amenazas y presiones que realizaste a ABC para que no se escribiera ni una línea de este caso? Al final nos dieron la razón y la Justicia dictaminó que tenía que demolerse la edificación ilegal.
Por todo esto, y por mucho más, nada me extraña. Me da pena por aquellos que creyeron, de buena fe, que los socialistas los iban a defender y que ahora ven como todo se desmorona y, lo que es peor, que se han repartido su dinero.
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España Paloma Cervillael