El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, se ha convertido en el gran problema que tiene el Estado español. Si ningún dirigente socialista sensato es capaz de frenar esta locura de pacto con comunistas e independentistas, el futuro de este país se presenta cada vez más oscuro.
Lo peor de esta situación es el oscurantismo con el que se está negociando el futuro Gobierno, con un presidente escondido, que se niega a comparecer en rueda de prensa, a dar explicaciones de sus contactos con los secesionistas y de cómo está vendiendo España para satisfacer sus ansias de poder.
Los españoles tenemos derecho a saber qué le ha prometido a ERC a cambio de sus votos, qué está sucediendo con la Abogacía del Estado y su informe sobre la inmunidad o no de Oriol Junqueras y si éste es moneda de cambio para conseguir la abstención de los 13 diputados de ERC.
España no puede estar en manos de un delincuente como Junqueras, que desde la cárcel tiene en sus manos el futuro del país, ni depender de una extrema izquierda que justifica el desafío a la legalidad constitucional y al Estado de Derecho.
Queda poco tiempo, muy poco, para que el PSOE, que siempre ha defendido la Constitución y que protagonizó una Transición ejemplar, ponga freno a este disparate y a la locura de Sánchez de entregar España a quien quiere destruirla.
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