Al final, como ya apuntaba en mi anterior post, Albert Rivera ha entrado en el cambalache de vender apoyo político a cambio de sillones. Y reitero que no me parece mal, pero sí incoherente con la posición que ha mantenido en los últimos meses. Una errática estrategia que ahora tiene que desandar. O eso, o ir a unas terceras elecciones en las que posiblemente se quedaría con dos diputados y medio.
En el mercadeo de la vieja política, que no es más que la política de siempre, los de Ciudadanos se han avenido a apoyar un candidato del Partido Popular a la Presidencia del Congreso de los Diputados, a cambio de atrapar una Vicepresidencia Primera y una Secretaría. Lógico y normal porque, de lo contrario, se quedarían fuera del órgano que regula la actividad de la Cámara.
Este es el primer paso atrás oficial de Rivera, y vendrán más. El segundo será la abstención en la investidura de Rajoy y el tercero puede ser el voto afirmativo en la segunda votación. Ya lo veremos, tiempo al tiempo.
De este paso atrás lo mejor es la persona a la que Rivera ha dado el visto bueno. No nos engañemos, si no hubiera pasado el filtro de Ciudadanos, Ana Pastor no sería la nueva presidenta del Congreso. Dialogante, eficiente y discreta, la ministra de Fomento puede ser la persona que abra el camino del entendimiento con Ciudadanos y permitir que la Legislatura avance con menos sobresaltos de lo esperado.
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