No tengo la menor duda de que Mariano Rajoy será el candidato del PP en las próximas elecciones generales. Por mucho que algunos se empeñen en moverle la silla, filtrando posibles operaciones internas para colocar a Soraya Sáenz de Santamaría o Alberto Núñez Feijóo en la pista de salida para una hipotética sucesión, ésta no se va a producir antes de los próximos comicios generales, por mucho que se empeñen.
En algunos sectores del PP hay que repartir mucho Lexatín para que los que están perdiendo los nervios se tranquilicen. No se conforman con deslizar que, a lo mejor, si hay una catástrofe similar a la andaluza hay que cambiar a Rajoy, sino que también están empezando a moverle la silla a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Ya hasta se ponen sobre la mesa posibles candidatos a la Secretaría General para el congreso nacional que tiene que celebrarse en 2016.
Yo les recomendaría a todos estos conspiradores mucha paciencia. En política, un día puede ser una eternidad, y los que hoy son mañana pueden dejar de ser, o no.
Todo este panorama, o al menos en parte, se despejará tras las elecciones del 24 de mayo. Solo los que ganen y consigan mantener su poder territorial podrán decir algo en un proceso sucesorio que, es evidente, comenzará a fraguarse en el congreso nacional. La clave será hacerse con esa Secretaría General que moverá los hilos para conseguir los apoyos territoriales que necesitará el nuevo líder.
Mientras unos se empeñan en seguir haciendo política de bajo nivel, el presidente ha avisado que él será el candidato, por si no ha quedado claro.
España Paloma Cervillael