Me niego a pensar, como dicen algunos, que lo visto esta mañana en la sesión constitutiva del Congreso de los Diputados es el reflejo de la sociedad española. El esperpento en el que los diputados de Podemos han convertido la Cámara Alta en su primer día asemejaba esta jornada, como bien decía el veterano periodista Pablo Sebastián, a un “botellón”. Este mismo periodista recordaba cómo en estos escaños se sentaron en su día relevantes hombres y mujeres de izquierda, como “La Pasionaria” o Rafael Alberti, y nunca protagonizaron este espectáculo, sino que respetaron las instituciones.
Los diputados podemitas se creían que la jornada de trabajo de hoy no era tal, sino una reunión de amigos para lanzar sus proclamas con nulo respeto al Parlamento y a lo que representa. Confundieron el Palacio de la Carrera de San Jerónimo con una asamblea del 15M en la Puerta del Sol, lanzando sus consignas sin entender lo que representa el Congreso.
Para ser diputado, lo mínimo que se debe exigir es respeto. Y de esto hubo muy poco en la mañana de hoy, sobre todo en el momento de lo que debería haber sido un juramento o promesa. Con la venia de la presidencia, el recién elegido Patxi López, que ha abierto una veda muy peligrosa para el futuro, los diputados podemitas utilizaron diversas fórmulas, a cada cual más surrealista
Íñigo Errejón: «Prometo acatar esta constitución y trabajar para cambiarla. Por la soberanía del pueblo, por una España nueva, “per la fraternitat entre els pobles”. Porque fueron somos, porque somos serán». Terminando con los dedos en señal de victoria a la vez que gritaba la consigna de «nunca más un país sin su gente».
Pablo Iglesias utilizó el lenguaje de signos subrayando que “acata la Constitución y trabajar para cambiarla». El «un país con su gente» —leve variación de la consigna de sus compañeros— lo ha dicho también en lenguaje de signos para después verbalizarlo alzando el puño derecho y dirigiéndose a sus compañeros de partido.
Y así, uno tras otros, entre gritos de “Visca Cataluña libre” o apoyando la república. Todo ello entre las protestas de los diputados populares y el intento de Alicia Sánchez Camacho de poner freno a este desaguisado nombrando rápidamente al siguiente diputado para que realizaran su jura o promesa y así solapar las proclamas.
Mientras todo esto sucedía ,en el interior del Hemiciclo había hoy un invitado de excepción, el hijo de la diputada de Podemos, Carolina Bencasa, que se lo llevó al Pleno y le dio de mamar en plena sesión plenaria. Un show buscando la foto, ya que en el Congreso hay una guardería y la parlamentaria contaba con la asistencia de una persona en los pasillos de la Cámara.
Este esperpento de hoy debería haber sido visto por todos los españoles, muchos hubieran sentido vergüenza de la imagen que se ha proyectado de España y de los españoles.
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