Mucha quina es lo que habrá tenido que tragar hoy el presidente de la Generalidad de Cataluña, José Montilla, en el desfile militar con motivo del Día de la Fiesta Nacional, que se ha celebrado en el Paseo de la Castellana en Madrid. Después de dos años sin venir, este año ha decidido darse una vueltecita por si acaso puede arañar algún voto en Cataluña que le salve de la debacle electoral del próximo día 28 de noviembre, como así apuntan las encuestas. Eso dicen, pero no sé yo si esto puede hacerle más daño que beneficio alguno. Ya ha recibido la bronca de sus socios en el tripartito, como ERC, que le acusa de estar presente en una ceremonia que recuerda el "genocidio". ¡¡¡Inaudito!!!
Sea porque quiere conseguir algún voto de un catalán despistado que todavía no se ha dejado intoxicar por aquellos que los utilizan, enarbolando la bandera de la independencia, solo para justificar su supervivencia política; o porque realmente está convencido de que tiene que estar, yo le doy la bienvenida a España. Nunca es tarde si la dicha es buena, pero no me creo nada de estos gestos oportunistas, de estas conversiones repentinas, cuando se ha estado un día y otro queriendo convertir a Cataluña en una nación. Menos mal que el Tribunal Constitucional ha dejado claro las cosas.
Bienvenido, señor Montilla, a la España de la pluralidad. Bienvenido a esta España en la que cabemos todos, con sus diferencias históricas, con su riqueza lingüística, con su diversidad. Espero que la próxima vez, no haga falta que lleguen unas elecciones para que se dé una vueltecita por aquí.
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España Paloma Cervillael