Si España fuera un país como Francia o el Reino Unido, para el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no supondría ningún problema unirse en este momento a la alianza internacional que las grandes potencias del mundo: Estados Unidos, Francia, Reino Unido y puede ser que Rusia y China, están dispuestas a formar para enfrentarse al Estado Islámico.
Si en España algunos de sus políticos y muchos ciudadanos fueran capaces de no utilizar esta hipotética decisión en plena campaña electoral para hundir al Gobierno y tuvieran un sentido de Estado para poner los intereses nacionales por encima de los políticos, la presencia de España junto a las grandes potencias en la lucha contra el Estado Islámico no sería ningún problema.
Pero en España todo es diferente. Todavía ni siquiera se ha hablado de un posible apoyo de Rajoy a esta alianza y los del “No a la guerra” ya han salido a la calle con sus pancartas. Por eso, Rajoy hace muy bien en unirse a ellos y esperar a que sea el nuevo gobierno, salido de las urnas el próximo día 20 de diciembre, el que lleve al Parlamento la propuesta.
Entonces Pedro Sánchez tendrá que retratarse y decir si quiere ir a la guerra. Porque enfrentarse al Estado Islámico es una guerra sin cuartel en el que los políticos son responsables de lo que pueda suceder. Gobernar es decidir y ser diputado también, cuando hay asuntos de Estado como éste.
En Londres, David Cameron se ha posicionado a favor de esta alianza y ha ofrecido a Francia su base militar en Chipre para atacar al Estado Islámico. No he visto en la calle manifestaciones contra Cameron, todo lo contrario, y los ingleses con los que hablo me dicen que si hay que ir a la guerra se irá. Igual que en España, en la que algunos hablan de diálogo y paz con los que te cortan la cabeza si no piensas como ellos.
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