Para mí no ha sido ninguna sorpresa la debacle del PP en Andalucía. Era previsible y solo había que escuchar a la gente en la calle para saber que el proyecto de ¿renovación? apadrinado por un sector del PP, no por todo el PP y con el rechazo de María Dolores de Cospedal que desde el principio apostó por otros candidatos, no había calado entre los votantes de esta formación política.
Desde hacía tiempo muchos andaluces de centro derecha criticaban que, “otra vez” los mismos estuvieran al frente del partido, que líderes como Javier Arenas o Antonio Sanz volvieran a la primera fila de la política, cuando la gente demanda otros rostros y otros perfiles ganadores. Tuvieron su momento, hicieron un gran trabajo, pero ahora son otros tiempos. Pero en Madrid no se quiso o no se supo ver y se optó por más de lo mismo. Un Juanma Moreno que ha pagado las consecuencias de una estrategia equivocada. No lo dejaron hacer y, a pesar de hacer una buena campaña, ha cosechado una estrepitosa derrota.
Que nadie se engañe, el PP se ha derrumbado porque muchos de sus votantes se han quedado en casa, hastiados de un partido que no ha sabido llevar a cabo una profunda renovación en Andalucía. Otros han depositado su confianza en Ciudadanos, que les ofrece lo que el PP no le da: renovación.
Si algunos dirigentes del PP quieren ver lo qué pasa en el partido en Andalucía, habrá solución al grave problema. Si se empeñan en mirar para otro lado, le esperan muchos años en el destierro de la oposición.
España Paloma Cervillael