La ansiedad de Albert Rivera por llegar a lo más alto en el menor tiempo posible le está jugando malas pasadas y peor que le pueden ir las cosas, si persiste en el camino equivocado.
En su intento por distanciarse del Partido Popular, su adversario más directo, ya dije ayer en este blog que había cometido un tremendo error, como ha sido fichar a la expresidenta de las Cortes de Castilla y León, la polémica Silvia Clemente.
Una mujer ambiciosa, y eso no es malo si se hace con lealtad y respeto, que ha gestionado de la peor manera posible su salida del PP, con la absurda complicidad de Ciudadanos. Rivera no tenía necesidad de fichar a una tránsfuga para sacar cabeza en esta Comunidad.
La operación le puede salir fatal y pasarle una factura interna, sobre todo porque el fichaje de Clemente ha puesto el foco en Francisco Igea, el diputado de Ciudadanos, portavoz de Sanidad en el Congreso, que representa lo mejor de la formación naranja: un político que sabe de lo que habla, médico de profesión, con una trayectoria en el sector privado, que ha dejado huella en el Congreso, con sus intervenciones acertadas.
Igea ha decidido plantar cara a Clemente y disputarle las primarias a la tránsfuga del PP, supongo que por mantener la dignidad de Ciudadanos en Castilla y León. Cada vez suma más apoyos a su candidatura y el órdago ya está echado. Está convencido de que el error del fichaje de Clemente será una “oportunidad” para Ciudadanos.
Lo peor de esta operación del ordeno y mando de Rivera es que en el grupo parlamentario se ha extendido el temor de que puede suceder lo mismo con otros diputados que se han dejado la piel en esta Legislagura y que pueden ser apartados por estrategias de última hora de la dirección, obsesionada con arrebatar al PP candidatos y darle donde más le duele. Craso error de principiante.
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