Desde que Juan Guerra se tomaba unos “cafelitos” en aquel despacho de la Delegación del Gobierno de Sevilla (por cierto, una estancia que, por curiosidad periodística ,llegué a conocer y que no tenía nada del otro mundo), del que salían pingües negocios para sus amigos de tertulia, los socialistas deberían evitar pronunciar esta palabra, que marcó el principio del fin de la etapa de corrupción socialista más dura que ha vivido la España moderna.
Al ministro de Industria, Miguel Sebastián, desde luego que no se le ha iluminado la mente cuando no ha tenido otra ocurrencia que, para quitar importancia a la subida de la luz, compararla con el precio de un vulgar cafelito. No se ha dado cuenta el ministro de que la gente no está para bromas de cafelitos y que la realidad es que esta nueva subida se suma a la de muchos cafelitos juntos, de los que ya hemos tenido que prescindir para poder pagar el aumento del recibo de la luz del último año.
Se ha equivocado el ministro al hacer esta comparación porque, ¿cómo justificará esta subida ante la gente que no toma cafelitos, que le acosan permanentemente para que deje de fumar y que casi le prohiben comer hamburguesas?, pero eso sí, a la que nadie da una solución a sus problemas económicos. Pues le tendrá que decir la verdad, que lamentablemente su economía diaria ha sufrido un palito más.
Me temo que ese cafelito de Sebastián le puede costar más caro de que lo que nos costará a los españoles el recibo de la luz el próximo año. Que se acuerde de Juan Guerra y recuerde que, por varios cafelitos, el PSOE perdió el poder y casi, la vergüenza.
PD. ¡¡¡¡Feliz Año 2011 a todos!!!
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España Paloma Cervillael