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Blogs Pido la palabra por Paloma Cervilla

De Guindos y su “agenda Rosa”

Paloma Cervillael

Desde que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, lo nombró ministro de Economía y Competitividad, sobre Luis de Guindos circulan más de una leyenda sobre su relación con el resto del gabinete, sobre su papel en el Gobierno y sobre su futuro político.

Nadie pone en cuestión su capacidad y formación para asumir el cargo, pero sí que hablan y no paran sobre las dudas que genera su lealtad al proyecto del Partido Popular, teniendo en cuenta que no es militante. Estos comentarios se extienden a su jefa de gabinete, Rosa Sánchez-Yebra, a la que hacen culpable de que muchos asuntos lleguen directamente a la mesa del Consejo de Ministros, después de pasar desapercibidos en la Comisión Delegada de Asuntos Económicos y de la reunión de secretarios y subsecretarios de Estado que preside la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Los camufla de tal manera, que ya se empieza a hablar en Moncloa de la “agenda Rosa” que, por arte de birlibirloque, tiene vida propia.

No es Rosa un personaje desconocido para muchos miembros del Gobierno, ya estuvo como asesora del Grupo Parlamentario en la anterior legislatura y al parecer no generó grandes afectos entre el equipo de dirección.

Cuentan que el que más ha sufrido y sufre  el “efecto De Guindos” ha sido el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sobre el que desde antes de la victoria electoral del PP se propagó la idea de que no hablaba inglés, para restarle méritos ante su posible nombramiento como ministro de Economía: “En todos los actos de Madrid donde estaban presidentes de bancos y grandes empresarios te hacían el mismo comentario. Parecía una campaña orquestada contra él”, me comenta un destacado cargo del PP. 

El aprecio a Montoro es inversamente proporcional a la desconfianza que genera De Guindos en las filas del PP. Es cierto que lo acusan de hablar sobre las competencias de otros ministros sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, sin consultarles y sin advertirles que va a hacer una incursión pública en asuntos que no son de su negociado.

Pero Rajoy lo deja ir. El presidente reparte juego y conoce la lealtad de los suyos, que miran para otro lado con “las cosas de De Guindos”. 

 

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España Paloma Cervillael

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