A Cospedal se le pueden atribuir algunos defectos, como a todo ser humano, pero desde luego no el de no dar la cara y salir a la palestra, sin pelos en la lengua, cuando la ocasión lo requiere. En su haber está el haber sido la primera dirigente del Partido Popular que nada más asumir el cargo en 2008 alertó sobre lo poco que le gustaba Luis Bárcenas y lo necesario que era para la higiene del partido ponerlo en la calle. Antes ninguno lo hizo, y convivían pared con pared con el hoy preso en Soto del Real.
Le costó un tiempo convencer a los suyos, pero lo consiguió. Y desde ese instante la ira del extesorero se cebó con la secretaria general, que se ha defendido de sus ataques poniéndole dos demandas ante los tribunales, a título personal, para defender su honor. Es la única dirigente del PP que en solitario se ha enfrentado a Bárcenas, y eso tiene su mérito. Si otros hubieran seguido su ejemplo cuando sospechaban que el que se sentaba al lado de su escaño no era trigo limpio, otro gallo le cantaría hoy al Partido Popular.
Hoy, cansada de los comentarios “anónimos” que los periodistas recogemos en nuestras crónicas y que la cuestionan a ella para seguir al frente del partido y a Mariano Rajoy para repetir como candidato a la presidencia del Gobierno, ha vuelto a sacar su genio. “A mí me gustaría que los comentarios anónimos fueran directos, porque tienen mucho de cobardía, y las cosas hay que decirlas a la cara”, ha dicho desde la sala de prensa de la sede del partido en Madrid, en una de esas ruedas de prensa en las que ha tenido que defender al partido en sus horas más bajas.
Creo que ella sabía muy bien a quién se dirigía y quería lanzar un mensaje de “¡basta ya!”. Para mí que los tiene a todos fichados y que nada de lo que pasa en el partido se le escapa.
España Paloma Cervilla Garzónel