Desde que el Partido Popular recibiera un duro castigo electoral en los comicios autonómicos y municipales del pasado 24 de mayo, las críticas internas contra el Gobierno y contra la dirección del partido no se han hecho esperar. Dos mujeres se han situado en el punto de mira: María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.
A la primera se la hace responsable de la campaña y a la segunda de la falta de capacidad para transmitir a la ciudadanía las medidas del Gobierno y de no hacer política con los principios que siempre han identificado al PP. A la vicepresidenta también se la acusa de la gestión de los medios de comunicación, permitiendo la salvación de medios críticos con el Gobierno y favoreciendo la fusión de canales de televisión que han terminado aupando a Pablo Iglesias y acosando al PP y al Gobierno, según comentan, ya sin cortapisa alguna, muchos dirigentes del PP.
Pues en lo que respecta a Cospedal, la secretaria general del PP no va a ser una de las que abandone el barco, ni la cabeza que va a sacrificar el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la remodelación que se avecina. Se queda al frente del partido hasta el Congreso Nacional que se celebrará en 2016 y que renovará la dirección.
Cospedal se ha quedado a tan solo 500 votos de renovar la mayoría absoluta en Castilla-La Mancha, ha ganado las elecciones y ha perdido solo un diputado autonómico. Tiene muchas posibilidades de volver a ganar en esta Comunidad dentro de cuatro años y ha decidido liderar la oposición al pacto de gobierno PSOE-Podemos, que con toda seguridad le arrebatará la presidencia.
Cospedal no se va.
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