El ministro de Fomento, José Blanco, acaba de ganar en el Congreso de los Diputados la primera batalla en su particular guerra contra los controladores aéreos. Ha conseguido que la mayoría de los grupos parlamentarios, PSOE, PP, CiU, PNV, ERC y Coalición Canaria, apoyen su decreto ley para recuperar la gestión de este servicio aeronáutico, estableciendo una jornada laboral de 1.750 horas (ahora es de 1.200) y limitando las horas extras (la madre del cordero, ya que se cobran un 165 por ciento más que una hora base) a 80 horas anuales, cuando ahora se hacían hasta 200. Además, sin pensarlo, ha conseguido que IU, paradójicamente, vote en contra de una iniciativa que, en teoría, trata de evitar que se lleguen a cobrar sueldos de hasta 900.000 euros anuales. No sé si Blanco tiene razón o no. Escuchando a los controladores, y yo lo he hecho durante más de dos horas y media para saber qué piensan, parece que no pero si escuchas al ministro parece lo contrario, pero lo que nadie puede quitarle a José Blanco es el mérito de haber ganado la batalla de la opinión pública y haber puesto de su lado a toda la oposición en un debate que ha calado en la opinión pública. ¿Quién va a asumir, en plena crisis económica, el coste político de ponerse en contra de una medida que trata de frenar sueldos millonarios? Nadie con una pizca de sentido común. El ministro no ha querido buscar culpables en ningún Gobierno, ni del PP ni del PSOE, “no he querido mirar atrás. Tengo la responsabilidad de resolver el problema”, ha dicho esta mañana en el Congreso. El PP, antes de dar su “sí quiero”, ha dejado caer que el Gobierno del PP convocó 1.166 plazas de controladores, mientras que el del PSOE sólo 150, y aludió a la “mala gestión y la desidia” como causa de que el sueldo de los controladores se haya convertido en una espiral alcista que nadie ha podido dominar. Los controladores tendrán que hacer ahora mucha pedagogía para que alguien los entienda porque han perdido claramente. Ellos dicen que sus sueldos no están en el origen de la deuda de AENA, que se han construido aeropuertos innecesarios, “¿hace falta tener un aeropuerto cada cincuenta kilómetros?”, me interrogaban, y culpan a las elevadas inversiones en infraestructuras de esta difícil situación económica. Yo, confieso que no sé nada, sólo lo que me cuentan, pero espero que cumplan lo que me decían, que ellos firmaban ahora mismo el sueldo de 200.000 euros, que ya está bien, que les ofreció el ministro. ¿Será verdad?
España Paloma Cervillael