Artur Mas se hace el harakiri
Todavía no puedo explicarme qué mente pensante asesoró a Artur Mas para que convocara elecciones anticipadas, a pesar de tener una mayoría de 62 diputados en el Parlamento catalán, el apoyo del PP para sacar adelante sus presupuestos y el dinero del resto de España para evitar que esta Comunidad quebrara y no pudiera pagar ni las nóminas de sus trabajadores.
Solo un sueño divino o un delirio measiánico puede justificar que un político se suicide de esta manera y sea incapaz de ver que el viaje que ha iniciado no solo no le va a llevar a “ninguna parte”, como varias veces le recordó Mariano Rajoy, sino que le conduce directamente a la catástrofe.
No sé en qué estudio demoscópico se basó para disolver el Parlamento y pensar que, con el anzuelo de una quimera independentista, iba a seducir a un pueblo para que le diera una mayoría absoluta que le permitiera seguir soñando con el país de nunca jamás.
En mis ya casi veinticinco años de vida profesional, nunca he visto tan descomunal error de estrategia y tanta torpeza a la hora de administrar un futuro político, que más que futuro ha quedado reducido a un fiasco que pasará a los manuales de estrategia política como lo que nunca se debe hacer para intentar ganar unas elecciones.
Artur Mas se ha hecho el harakiri al fracasar en el mayor desafío que una Comunidad autónoma ha hecho al Estado y ha reforzado a Mariano Rajoy, que se jugaba mucho en esta contienda electoral, dándole la razón en sus continuas advertencias de que se encontraba en un escenario irreal.
España Paloma Cervillael