Los hechos empiezan a darme la razón cuando digo que España tristemente va camino de convertirse en la Venezuela de Europa. Es lo que tiene gobernar en coalición con la extrema izquierda, que le ha estado haciendo la ola a la dictadura de Chávez y Maduro, y que ahora le pide a Pedro Sánchez que mire para otro lado ante la violación de los derechos humanos en este país, a cambio de no abrir una crisis en el Gobierno.
Qué casualidad que cuando el presidente democrático de Venezuela, Juan Guaidó, anuncia que viene a España, y Pedro Sánchez se niega a recibirlo, el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, se reúna clandestinamente, con nocturnidad y alevosía, con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, que tiene prohibida su entrada en los países de la Unión Europea, precisamente por la violación de los derechos humanos.
Qué casualidad que aterrizara en Madrid para hacer una parada técnica, sí, es mucha casualidad. Cómo iban a permitir que Guaidó patrimonializara una visita a España y pusiera en evidencia a un Gobierno socialcomunista que se reúne con el condenado Torra y no con un presidente democrático que ha sido recibido por Merkel en Alemania, Macron en Francia o Johnson en Reino Unido.
Si esto es grave, mucho más es que el ministro Ábalos se ponga como una fiera porque un periodista le pregunte por su reunión con Delcy en el avión, o donde sea, que él ha querido ocultar. Le cogieron con el carrito del helado, como se dice vulgarmente, y tuvo que reconocer lo que antes había negado. El enfado fue tan monumental que quiso imponer su dictadura informativa, acusando a los medios de comunicación de preguntar por algo, según él, que no interesaba.
Los periodistas preguntamos de lo que queremos y hoy, el tema del día, era Venezuela. Tan importante es que ha trascendido a la prensa internacional, hasta Estados Unidos le ha recriminado por estar dañando su posición conjunta sobre Venezuela.
Lo dicho, vamos camino de ser la Venezuela de Europa.
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