Si hay algo que explica el fanatismo independentista entre las nuevas generaciones de catalanes es la Educación, o mejor dicho, la falta de ella. La Educación entendida como el conocimiento, sin sectarismo, ni tergiversaciones, de la Historia de los pueblos, en este caso, España.
Durante años, el Estado, los sucesivos gobiernos del Partido Popular y del PSOE han mirado para otro lado cuando había que hacer cumplir la ley, en lo que a la enseñanza del castellano se refiere. Y lo que es peor, a la hora de vigilar que los libros de Historia se ajustaran a la realidad de España, y no a la visión sesgada e independentista de unos pocos, que presentaban a Cataluña como un país más de la UE, distinto de España.
Pues parece, y digo parece porque hasta ahora solo ha habido una declaración de intenciones, que el Gobierno de Mariano Rajoy ha decido actuar para que el castellano vuelva a ser la lengua vehicular en Cataluña, se cumpla la ley y deje de estar arrinconado por los gobernantes secesionistas.
Lo acaba de anunciar el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, ahora también consejero de Educación de Cataluña, al afirmar que la casilla para elegir la lengua castellana volverá a aparecer en la hoja de inscripción de los alumnos a los centros escolares en Cataluña. O sea, que los padres tendrán libertad para elegir en que lengua quieren que sus hijos sean educados, al menos en un 25%.
Lo que hace falta ahora es que el Gobierno concrete cómo lo hará, y no ceda a la presión de un PSOE acomplejado que se opone a esta medida, como también se opuso a que el artículo 155 de la Constitución se aplicara la televisión catalana. Qué gran error el de Pedro Sánchez.
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España Paloma Cervillael