Parece que Albert Rivera ha empezado a recuperar la cordura tras su primer encuentro con Mariano Rajoy.
Después de dar palos de ciego durante unas cuantas semanas, las de la campaña electoral y la de después del 26J, el líder de Ciudadanos ha empezado a comprender que no puede imitar a Pedro Sánchez con el “no, es no” a Mariano Rajoy, a riesgo de quedarse en unas hipotéticas elecciones en diez escaños.
Ayer dejó entrever que podría abstenerse en la primera sesión de investidura de Mariano Rajoy, si me apuran, hasta puede votar sí en las segunda, pero eso es mucho aventurar. A pesar de que ha dejado la decisión final en manos del Comité Ejecutivo de su partido, que esta mañana ha aprobado abstenerse, Rivera sabe que no puede sostener durante mucho tiempo su negativa a apoyar a Rajoy, ya que, aunque no es decisivo para desbloquear la situación, sí puede servirle de muleta al PSOE para justificar que también se abstiene. No es lo mismo para los socialistas ir de la mano de Ciudadanos que asumir en solitario el coste de dejar gobernar a Rajoy.
A mi juicio, lo que Rivera tiene que hacer es apretar al PP para que haga las reformas que todo el mundo está pidiendo a voces: la de la Ley Electoral y la de la regeneración política. Y después sacar pecho e intentar así retener en las próximas elecciones los 32 diputados que tiene ahora. Si no lo hace, morirá políticamente. Parece que esto último que ya lo está asimilando.
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España Paloma Cervillael