
20 años de la Ley Bosman
Hay futbolistas que han pasado a la historia por su juego, por ser los mejores del mundo. Pelé, Maradona, Di Stefano… Sé que falta un cuarto de los que se supone que han sido los mejores, pero permítanme que no le nombre en este post. Para mí hubo mejores que él… Hay otros futbolistas que, sin llegar a ser considerados los mejores, han pasado a la historia por ser los primeros que marcaron en un estadio emblemático o fueron los máximos goleadores de un Mundial o, siendo jugadores de equipo, consiguieron muchos títulos, como, por ejemplo, Christian Karembeu. Pero el futbolista que sin duda más ha influenciado y ha sido determinante en el fútbol en los últimos veinte años es Bosman.
Un jugador sin llegada a puerta, sin físico, sin carisma. De un equipo menor. Un jugador mediocre y totalmente desconocido en lo futbolístico hasta que realizó una demanda el 8 de agosto de 1990 que cambió para siempre las alineaciones de los equipos y el fútbol como lo conocíamos hasta entonces.
Recordemos el caso Bosman
Jean-Marc Bosman pertenecía al Real Fútbol Club de Lieja (R.F.C. Liège), modesto club de la Primera División de Bélgica. El RFC de Lieja y el US Dunkerque francés acuerdan la cesión del jugador por una temporada más una opción de compra, pero el Dunkerque no admite la cláusula de indemnización que propone el Lieja y lo aparta del equipo.
Bosman demanda al RFC de Lieja, a la Federación Belga de Fútbol y a la UEFA porque alegaba que las normas de traspaso de la Federación Belga de Fútbol y de la UEFA-FIFA le habían impedido el traspaso al US Dunquerque. Con buena representación legal, Bosman planteaba que debían interpretarse los artículos 48, 85 y 86 del Tratado de Roma, de 25 de marzo de 1957.
En dicho tratado se prohíbe que las asociaciones o federaciones deportivas nacionales e internacionales puedan establecer en sus reglamentaciones disposiciones que limiten el acceso de los jugadores profesionales extranjeros ciudadanos de la Comunidad Europea a las competiciones que organizan. También establece que los clubes de fútbol no pueden exigir y percibir el pago de una cantidad de dinero con motivo de la contratación de uno de sus jugadores por parte de un nuevo club empleador habiendo terminado su contrato.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo y fecha 15 de diciembre de 1995, dictó sentencia en la cual declaraba ilegales las indemnizaciones por traspaso y los cupos de extranjeros de jugadores nacionales de estados miembros de la Unión Europea (UE). Esto trajo como consecuencia desde ese momento ya no había límite de extranjeros en los equipos. Desde entonces, los más potentes han fichado a los mejores sin importar su nacionalidad.
Las alineaciones se componían, y se componen a día de hoy, de 8 y 9 jugadores foráneos. Cada vez es más complicado ver jugadores de cantera en los primeros equipos y prácticamente imposible encontrarse con un equipo como el Real Madrid de la «Quinta del Buitre», donde el núcleo eran jugadores criados en la casa.
Bosman fue el primero que denunció. Posteriormente a la sentencia también lo hicieron Kolpak, Pekrzeptowicz-Meyer o Simutenkov. Más tarde llego el «Tratado de Cotonou», del que hablaremos en otro post… El romanticismo de la cantera había finalizado, el encanto de ver a jugadores crecer con el equipo y debutar años después, aunque los seguidores rápidamente se adaptaron y los clubes, sobre todo los más potentes, vieron y se aprovecharon de ello, como cabría esperar, para poder una distancia insalvable entre los poderosos y el resto.
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