El arte (no siempre) puede, con creces, ser un altavoz de crítica social de primer nivel ante los problemas de la sociedad. Cuando una obra de teatro toca un tema comprometido, los actores ayudan con su humanidad a acercar a voces que en otros canales están ausentes. Mi pequeño poni es una de esas obras realistas que ayudan a olvidar el silencio: si quieres conocer la historia de Grayson, un niño víctima de bullying en la escuela, por 15 euros podrás vivir una historia muy humana en el Teatro Bellas Artes de Madrid del miércoles 17 de agosto al domingo 28 de agosto.
María Adánez y Roberto Enríquez son los encargados de dramatizar esta historia basada en un caso real que el almeriense Paco Bezerra rescató a partir de una noticia que le llamó la atención y que sucedió en Estados Unidos. El título de la obra, relacionada con la célebre serie de dibujos animados y de muñecos que tiene a unos simpáticos caballos de colores como protagonistas, pone en gris el que debería ser un mundo de color: estos simpáticos personajes son el desencadenante del acoso que el pequeño Grayson vivió, tan sólo por gustarle un producto que, machistamente, está asociado a las niñas y no a los niños. Una mochila de esta colorida serie, a espaldas de un niño, fue el detonante de las burlas, de los ataques físicos y psicológicos que vivió el pequeño.
La obra pretende explicar desde el punto de vista de unos adultos cómo puede la sociedad amparar el acoso sobre un menor, en un caso paradójico en el que la dirección del centro se alinea con los niños hostigadores y decide prohibir la entrada al centro escolar a Grayson Bruce, alegando que la mochila era la culpable del acoso y no incidiendo en los motivos injustos por los que sus compañeros decidieron atacarle. Un caso que, por desgracia, se repetía en el mismo centro, en el que el cuadro docente y directivo respaldó el escarnio contra otro menor en condiciones similares.
Bezerra es una de esas voces propias en la escena teatral que repite en una temática valiente y necesaria, con una historia similar a Grooming, una obra que estrenó hace ya cuatro años y que versaba sobre el ciberacoso. En Mi pequeño poni, gracias a la dirección de Luis Luque, continúa la estela como pareja artística reviviendo la buena compenetración de la que han hecho gala en las anteriores La escuela de la desobediencia y El señor Ye ama los dragones.
Adaptando el caso a la realidad local, los actores María Adánez y Roberto Enríquez interpretan el papel de Irene y Jaime, los padres de Luismi, el alter ego español del norteamericano Grayson. Tienen sobre sus espaldas la complicada responsabilidad de hacer reflexionar al público sobre las emociones que los niños y jóvenes acosados viven, en un relato que versa sobre el miedo, la libertad, la escasa amplitud de miras de los adultos que se vuelven ciegos ante el acoso.
Por Toni Ponce
Teatro