Si todo marcha según lo previsto, alrededor de las cinco y media de este viernes (hora española), un poderoso cohete Atlas V 551 despegará de Cabo Cañaveral, en Florida, llevando en su interior a Juno, el nuevo ingenio de la NASA cuya misión es revelar una parte de lo mucho que aún no sabemos sobre Júpiter, el mayor de los planetas de nuestro sistema solar. Dentro de cinco años, cuando Juno llegue a su destino, estará en condiciones de decirnos, entre otras cosas, si existe o no un núcleo rocoso en Júpiter, cómo es de grande, de qué está hecho exactamente, y de dónde sale la enorme cantidad de elementos volátiles (entre ellos vapor de agua) que hay en su gigantesca atmósfera. Juno es la segunda misión del programa "New Frontiers", de la agencia espacial norteamericana. La primera es la nave "New Horizons", que actualmente se dirige a Plutón.
El objetivo principal de Juno no es obtener fotografías, aunque entre sus instrumentos hay, por supuesto, una cámara. Ni tampoco está diseñada para estudiar, como hace la Cassini, a Júpiter y a sus satélites como conjunto. Lejos de eso, Juno intentará echar un buen vistazo al interior del planeta gigante, y lo hará estudiando su gran magnetosfera, que se origina en el corazón mismo de Júpiter y cuyas propiedades, por lo tanto, pueden decir mucho sobre su estructura y características internas.
El campo magnético de Júpiter es unas 20.000 veces más potente que el terrestre. Se cree que su origen se encuentra en lo más profundo de la atmósfera joviana, donde las enormes presiones han convertido el hidrógeno en un fluido metálico. Allí, en esas condiciones extremas, el hidrógeno puede ser un buen conductor de la electricidad y originar, por lo tanto, un campo magnético. Ese campo es el responsable de las famosas auroras polares de Júpiter, las más brillantes de todo el Sistema Solar. Juno será capaz de capturar algunas partículas cargadas del campo magnético joviano justo cerca de los polos, donde éstas se precipitan con fuerza inusitada hacia las profundidades del planeta.
Lo que pretende Juno, en definitiva, es comprender cómo fueron los orígenes y la evolución de Júpiter. Y para ello tendrá que ser capaz de penetrar a través de su densa atmósfera, bajo cuyas espesas capas se esconden los secretos mejor guardados del planeta y, de paso, los procesos y las condiciones fundamentales que gobernaron nuestro sistema solar durante los lojanos tiempos de su formación. Por último, Júpiter también aportará datos vitales para comprender cómo funcionan los sistemas solares descubiertos alrededor de otras estrellas.
En conjunto, Juno dará un enorme paso hacia nuestra comprensión de los planetas gigantes y el papel que estos titanes desempeñan en la cohesión de los sistemas planetarios como el nuestro.
Según las teorías dominantes, el Sistema Solar empezó a formarse tras el colapso de una enorme nube de polvo y gas, una nebulosa cuyo material, en su mayor parte, sirvió para formar el Sol. Sin embargo, igual que el Sol, Júpiter también contiene grandes cantidades de hidrógeno y helio, por lo que resulta lógico pensar que debió de formarse muy al principio, y que arovechó y capturó una buena parte del material que sobró tras el nacimiento del Sol. De hecho, Júpiter tiene, él solo, más del doble de masa que la suma de todo el resto de los mundos del Sistema Solar.
Nadie sabe, sin embargo, cómo tuvo lugar este proceso. ¿Se formó primero un núcleo rocoso en Júpiter y fue la gravedad la que capturó todo el gas que rodea hoy al planeta? ¿O fue, por el contrario, una región inestable de la propia nebulosa original la que, colapsando, dio origen al planeta gigante? Las diferencias entre estos dos escenarios son muy profundas y conllevan numerosas consecuencias en la posterior historia del Sistema Solar.
A diferencia de la Tierra, la enorme masa de Júpiter (318 veces superior a la de nuestro planeta) le permitió acumular mucho del material sobrante tras el nacimiento del Sol, algo que condicionó de forma determinante la historia futura del resto de los planetas. Por eso, Juno calculará con precisión la cantidad de agua y amoniaco que contiene su atmósfera y aclarará, de una vez por todas, si el planeta tiene o no un núcleo sólido.
Otro de los misterios que Juno intentará resolver es el origen de las bandas de colores de Júpiter. Saber cómo de profundamente estos "cinturones" penetran en la atmósfera y a qué se debe su origen son cuestiones fundamentales para comprender una de las dinámicas atmosféricas más complejas a las que se ha enfrentado hasta ahora la Ciencia.
Para cumplir con su misión, Juno está equipada con nueve instrumentos principales, entre los que destaca el magnetómetro, instalado en el extremo de uno de los paneles solares, para evitar interferencias con otros equipos de la nave; o el radiómetro de microondas, con el que Juno podrá calcular, por fin, cuánta agua contiene la atmósfera del planeta.
En conjunto, toda la misión tendrá un coste de unos 1.100 millones de dólares, apenas una fracción de lo que han costado otras naves. Juno está específicamente diseñada para ahorrar costes. Sus instrumentos no son extraordinariamente sofisticados y su energía no procederá de una pila atómica, sino de dos grandes paneles solares. De hecho, será la primera vez que una nave impulsada por energía solar viaja tan lejos del propio Sol.
Una vez llegue a su destino, Juno volará alrededor de Júpiter en una órbita polar, especialmente diseñada para evitar los peligros magnéticos de la zona ecuatorial. Durante todo un año, el tiempo que durará su misión principal, llevará a cabo 33 órbitas alrededor del planeta gigante. En cada una de ellas, se aroximará hasta apenas unos 5.000 km por encima de la capa nubosa de la atmósfera joviana.