Si al Sol, nuestra estrella particular, le diera algún día por emitir una llamarada similar, la Tierra quedaría completamente esterilizada, sin vida posible en su carbonizada superficie.
Afortunadamente, que sepamos, el Sol jamás ha hecho algo aparecido. No así una joven estrella de la Nebulosa de Orión, sorprendida en una «rabieta juvenil» de una intensidad jamás observada hasta ahora.
Se trata, a todas luces, de un descubrimiento histórico. Utilizando el Telescopio James Clerk Maxwell (JCMT), en efecto, el astrónomo Steve Mairs y su equipo han conseguido descubrir una llamarada estelar que es, ni más ni menos, que 10.000 millones de veces más poderosa de las que emite el Sol. Se trata del «fogonazo» más intenso descubierto hasta ahora en ninguna estrella. Los investigadores creen que el hallazgo podría arrojar nueva luz sobre antiguas preguntas sobre el nacimiento y la evolución de las estrellas.
«Un descubrimiento de esta magnitud -explica Mairs- solo podía hacerse en Hawái. Aquí, en efecto, y utilizando el JCMT, estudiamos el nacimiento de estrellas cercanas como medio para comprender la historia de nuestro propio Sistema Solar. Observar llamaradas alrededor de las estrellas más jóvenes nos adentra en un nuevo y poco estudiado territorio, y nos está aportando información clave sobre las condiciones físicas de estos sistemas. Es una de las formas que tenemos para responder a las preguntas más perdurables sobre el espacio, el tiempo y el Universo que nos rodea».
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