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Blogs Ciencia y Tecnología por José Manuel Nieves

Los tres mejores telescopios para una sola imagen

José Manuel Nieves el

Es cierto que, últimamente, las agencias espaciales de todo el mundo parecen estar en plena competición para ver cuál de ellas es capaz de conseguir la imagen más espectacular de nuestra galaxia. Pero en esta ocasión la NASA ha conseguido superar todo lo que se había hecho hasta el momento. La imagen de arriba muestra, una vez más, una vista espectacular del centro de la Vía Láctea, la galaxia a la que pertenecemos y nuestro hogar en el universo. Pero lo hace de una forma muy especial, ya que la fotografía es, en realidad, la suma de tres imágenes diferentes obtenidas por los tres telescopios espaciales más potentes de la agencia espacial norteamericana: El Spitzer, el Hubble y el Chandra.

Cada uno de ellos, observa y fotografía el cielo en una longitud de onda distinta: El Spitzer lo hace en el rango de los infrarrojos, el Hubble en el espectro visible y el Chandra en la longitud de onda de los rayos X. Así, observando los objetos en estas tres “luces”, ningún detalle escapa a los astrónomos. Muchas emisiones de energía, restos de antiguas supernovas o halos alrededor de estrellas masivas “brillan” sólo si se los observa en la longitud de onda adecuada, permaneciendo invisibles en todas las demás.

Por eso, y para poner el broche de oro a la celebración del Año de la Astronomía (que conmemora el 400 aniversario de la primera vez que Galileo apuntó, en 1609, su telescopio hacia el cielo), la NASA ha realizado, por primera vez, el ejercicio de fotografíar la zona central de nuestra galaxia por separado con cada uno de sus tres grandes telescopios espaciales. Y después ha unido las tres fotografías en una sola y única imagen que muestra como nunca se había hecho el turbulento núcleo de nuestro enorme hogar espacial.

Para lograrlo, expertos de los tres observatorios han colaborado estrechamente en la ardua tarea de ensamblar cuidadosamente la imagen final a partir de las obtenidas por cada uno de los tres instrumentos por separado. El resultado es quizá la vista más detallada (y bella) que existe del misterioso corazón de nuestra galaxia.

 En ella, los penetrantes ojos del Spitzer y del Chandra (capaces de “ver” a través de  la materia) atraviesan las densas y oscuras nubes de gas y polvo que rodean el núcleo galáctico y muestran su inusitada actividad. El centro exacto de la Vía Láctea está situado a la altura de la blanca y brillante región de la derecha y justo debajo del centro de la fotografía. Todas las imágenes se pueden observar a una mayor resolución en esta página de la web del Telescopio Espacial Hubble.

Si se observa con detenimiento, la fotografía muestra todas las fases de la evolución estelar, desde las oscuras regiones donde las estrellas nacen, a los miembros más fogosos, jóvenes y brillantes de la familia, pasando también por los más veteranos y fríos. Todos, sin excepción, víctimas de las enormes fuerzas generadas por el gigantesco agujero negro que reina en el centro de la Vía Láctea. Con cuatro millones de veces la masa de nuestro sol, este auténtico monstruo zarandea el espacio que le rodea y somete a las estrellas que hay en él a unas tensiones y actividad inusitadas, al ritmo que marca su enorme fuerza gravitatoria.

En el rango de los rayos X, un pálido y difuso halo de color azul permea toda la región. Son inmensas nubes de gas, calentadas hasta una temperatura de millones de grados tanto por la acción del gran agujero negro como por los vientos ardientes de estrellas masivas y explosiones de supernovas. La luz infrarroja, por su parte, revela la presencia de más de cien mil estrellas agrupadas a lo largo de gigantescas nubes de polvo que brillan en tonos rojizos y que forman complejas estructuras que van desde glóbulos compactos de materia a largos filamentos y zonas alargadas, como inmensos dedos apuntando al vacío, que los astrónomos llaman “pilares de la creación” y donde las nuevas estrellas nacen, rompiendo con su brillo recién estrenado los oscuros cascarones de polvo y gas donde se formaron.

Todo, en suma, en una única, nunca vista y seguramente irrepetible imagen que, como mínimo, debería darnos mucho en qué pensar…

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