Tengo que confesaros que aunque el sexo de este bebé no era un tema que me preocupase (es el primero, no tenemos ni de uno ni de otro) , la tarde que nos confirmaron que el bebé que esperábamos era un niño me alegré por una cosa: el color de la ropa.
Mi color preferido es el azul, mientras que con el rosa tengo una relación amor/odio que cambia por temporadas y que me hacía sentirme algo inquieta ante la posibilidad de que amigos y familiares me llenasen el ajuar del bebé con prendas de este color.
La realidad es que yo soy partidaria de no limitarnos al azul o al rosa a la hora de vestir a un bebé. Me encantan el blanco, el marrón chocolate, el azul marino, el amarillo y pienso que son mucho más prácticos si más adelante se tiene otro bebé del sexo opuesto, pero mucha gente vive aún atada al cliché del azul y el rosa y es imposible sacarles de ahí.
Igualmente, como sabéis, la mayoría de la ropa que el bebé llevará en sus primeros meses no la habrán elegido sus padres, sino los familiares y amigos. Con tanto regalo (que nuestra economía agradece infinitamente, y nosotros también) os confirmo que el azul predomina en el armario prenatal. Lo llevo bien, porque como os digo es mi color favorito y creo que el bebé va a ir bien guapo con él. Tenemos cosas requetepreciosas como este conjunto que me mandaron (gracias!) desde la firma Miski Wawa, que aparte de ser bonito está hecho de una forma primorosa y hace que te entren ganas de achuchar a la ropa incluso sin el bebé dentro.

A veces me pregunto si las madres visten a sus hijos con los “colores tipo” para que nadie tenga dudas de lo que es. Los bebés algunas veces tienen cara de niño o niña siendo en realidad lo contario. Además, los clichés de nuevo: si tiene mucho pelo, pensarán que es niña, si no lleva pendientes, seguro que es niño, y un montón de convencionalismos más que pueden hacer que tu hijo o hija sea tratado a veces como niño, a veces como niña. De todas formas, ante estos comunes equívocos, mi consejo es tomárselo con humor: he visto a madres acongojarse desconsoladamente porque la vecina había confundido a su viril heredero con una princesita.
Mi consejo? Relativicemos estas banalidades, que si lo piensan un poco se darán cuenta de que lo importante es que el bebé, niño o niña, esté sano, sea feliz y nos haga felices a los que le vemos crecer.
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