Titubeos de España en Mali
La gestión de la crisis de Mali por parte del Gobierno español no está siendo un ejemplo de celeridad. Las autoridades españolas habían advertido desde hace tiempo, con razón, sobre el peligro de que los grupos terroristas se hicieran con el control de un país e instauraran un nuevo Afganistán, casi a las puertas de Europa, lo que es decir de España. Sin embargo, cuando ha llegado la hora de actuar para hacer frente a ese peligro, se ha echado de menos una mayor determinación.
España pareció arrastrar los pies cuando Francia reclamó a sus socios europeos un apoyo que fuera más allá de declaraciones políticas para su intervención en Mali. El temor a precipitarse en la que iba a ser la primera decisión del Gobierno Rajoy de implicarse en un conflicto bélico, influyó, probablemente, en las excesivas dudas a la hora de ofrecer un avión militar para transportar tropas o para autorizar las demandas de sobrevuelo pedidas por Francia. Otros países se adelantaron en sus ofrecimientos y España perdió la oportunidad de haber figurado entre los primeros en dar su respaldo militar a Francia en el combate contra el terrorismo islamista.
Ahora podemos estar en una situación parecida, fruto, al parecer, de dudas o de distintos planteamientos entre los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Defensa, que Moncloa debería dirimir. España expresó su disposición a mandar medio centenar de militares para participar en el dispositivo de la Unión Europea (EUTM) de formación del Ejército de Mali y de los contingentes enviados por otros por países africanos de la CEDEAO, pero cuando Francia pidió apoyo para formar una fuerza que diera protección a los instructores, la respuesta se hizo esperar.
Las autoridades francesas estaban dispuestas a asumir la mayoría de esa fuerza de protección, pero querían que el apoyo internacional se visualizara con la aportación de algún otro país. A España se le pidieron 20 o 30 militares para el cuartel general de Bamako, pero la respuesta tardó en llegar basantes días y cuando lo hizo, París ya tenía la conformidad de la República Checa.
Pero Francia necesita que parte de ese contingente de protección se implante en el campamento de instrucción de Kulikoro, al noroeste de la capital maliense y ha pedido a España un centenar de soldados. Aunque la zona puede tener un mayor riesgo que Bamako y más posibilidades de tener que entrar en combate si hay ataques, España no se va a echar atrás y mantiene su ofrecimiento, si bien no es previsible que pueda aportar todo lo que se le pide. Quizás la cifra se sitúe en unos 30, aprovechando que, por otra parte, el número de instructores que se necesite es menor del que se había dicho, de forma que España sólo tendrá que contribuir con la mitad de lo que se había dicho, unos 20 ó 25.
Una vez más la respuesta concreta está siendo demasiado lenta, lo que perjudica su eficacia política, por mas que Francia formalmente siga agradeciendo el apoyo español.
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