La sorprendente decisión de Pedro Sánchez de no apoyar el CETA, el acuerdo comercial entre la UE y Canadá, trabajosamente elaborado durante años, no sólo ha causado estupor en las capitales europeas y en el Gobierno canadiense, sino también entre muchos de sus correligionarios.
El último en despacharse a gusto ha sido el diplomático Miguel Ángel Moratinos, que ocupó la cartera de Asuntos Exteriores durante el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y buena parte del segundo. Lo ha hecho a través de su blog, en un artículo que titula de manera expresiva como “Craso error”.
Moratinos comienza recordando que hace poco participó en un debate en la sede de la Comisión Europea en Madrid con portavoces de los distintos partidos políticos, incluido el PSOE, y que hubo coincidencia en señalar las virtudes del Canada Comprehensive Economic and Trade Agreement, que es el nombre al que corresponde el acrónimo CETA.
Por eso, manifiesta su sorpresa al observar que “el actual liderazgo del PSOE cambia la posición del partido y defiende la “abstención” en la próxima votación en el Congreso de los Diputados sobre un acuerdo que Moratinos considera “esencial para el futuro diseño del marco comercial multilateral”. Lo que más parece irritar al ex ministro es que el cambio de posición se haya hecho sin exponer “ningún argumento válido”.
Moratinos subraya que “con esta actitud el PSOE renuncia a participar en el diseño de una nueva globalización política y solidaria apoyándose en supuestos argumentos simplistas, denuncias demagógicas, todas ellas fuera de la realidad política, social y económica y medioambiental del mundo que vivimos”.
Después recomienda a los actuales dirigentes del PSOE “leerse el tratado y, sobre todo, mostrar respeto a los múltiples negociadores europeos, muchos de ellos socialistas, que han enriquecido este acuerdo innovador y que han sabido garantizar el ADN de las políticas europeas”.
Pedro Sánchez, que ya indignó a sus correligionarios europeos cuando no apoyó el nombramiento de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea, rompiendo el pacto entre populares y socialistas, puede que obtenga el aplauso de los izquierdistas más rancios, pero no gana precisamente crédito en Europa cuando mantiene actitudes tan poco coherentes ni da la talla que se espera de quien aspira a gobernar España.
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